Ellen G. White
Ellen G. White

LA MENTIRA WHITE

Título del libro en inglés:
 The White Lie

Walter T. Rea

Capítulo 14
Dios, el oro, o la gloria


Hay muchas fuerzas que destruyen la confianza en una idea, una persona, o un sistema. Aunque puede que esas fuerzas aparezcan en diferentes disciplinas, son a menudo intercambiables en sus acciones. Pueden parecer remotas en su operación, pero son cercanas en sus motivos.

Por ejemplo: Hay una fina línea entre la codicia y la prudencia en las acciones humanas. La gente que funciona en círculos religiosos desearía que otros creyeran que sus acciones en una situación financiera, en nombre de la iglesia o el evangelio, están por encima de toda duda, sospecha, o controversia - simplemente porque esas acciones llevan la insignia del sistema religioso. Pero, a menudo, acostumbran desarrollarse relaciones incestuosas.

Los empleados de la iglesia, en el nombre de Dios, crean una estructura (a) que esperan esté por encima del escrutinio de los que entregan su dinero al sistema, y (b) (a causa de la provisión de la separación entre la iglesia y el estado) que piensan los pondrá fuera del alcance de la vigilancia del Internal Revenue Service, un áudito honesto, y adecuadas revisiones y balances. Pero los administradores y otros a menudo se ven envueltos en robos de menor cuantía, conflictos de intereses, y fraudes.

Naturalmente, los abusos se transfieren a otras áreas de la administración y las actividades de la iglesia. Personas sin una adecuada convicción espiritual, o una informada motivación cristiana, son ordenadas y acceden a posiciones de poder dentro de la estructura de la iglesia. Arrogándose grandes poderes políticos y administrativos, estos mercernarios políticos desarrollan la capacidad de destruir todo lo que se opone a su voluntad. Una vez que están en condiciones de tomar decisiones que pueden afectar, y afectan, el bienestar espiritual, doctrinal, evangélico, y religioso del sistema que ahora controlan, no permiten que nada se  interponga en su camino. Sus "poderes reales", bajo la apariencia de Dios, son eventualmente usados para destruir la pureza de la fe original y a la iglesia que tan ardientemente parecen defender.

Cambiar usos tradicionales y costumbres también representa un peligro para un sistema de creencias conservador. Habiendo procedido bajo la premisa de que Dios es el mismo ayer, hoy, y por los siglos, los defensores de un sistema así no pueden aceptar el cambio ilustrado sin ver amenazados sus conceptos de Dios y de la verdad. A menudo, ven el diablo en cada sombra, un dragón en el umbral de cada puerta, y (en el caso de la Iglesia Adventista del Séptimo Día), un sacerdote jesuita detrás de cada traje de negocios.

La gente con esta inclinación a deificar el pasado inevitablemente rigidiza sus doctrinas, y su sistema se vuelve resistente al cambio. Los padres fundadores se convierten en profetas, los profetas se convierten en santos, y los santos se convierten en dioses con el poder del veto sobre la verdad y el estilo de vida. El comunicante promedio pierde el contacto con la realidad. Y el verdadero creyente - en un esfuerzo honesto dentro de sí mismo por ganar la batalla de la carne y el diablo (la lucha espiritual del verdadero evangelio) - disipará su fortaleza y jugará juegos semánticos con las palabras de su profeta, antes que ejercitar la mente y usar su poder de razonamiento. De esta manera, la verdad del evangelio pronto se convierte en "de ningún efecto." Y de allí en adelante, se hace claro que cualquiera que  haya sido el mensaje que el grupo haya tenido al principio, cualquier desafío espiritual y cualquier vitalidad que haya ofrecido al comienzo, ese mensaje y esa vitalidad o se han vuelto impotentes o están muertos.

La mayoría de los sistemas religiosos pueden sobrevivir a algunas infracciones menores de sus doctrinas, algunas pequeñas desviaciones de sus normas. Pero, cuando las circunstancias se confabulan para que estos trastornos se conviertan tanto en principales como en concurrentes, entonces un desastre de grandes proporciones espera al acecho.

Eso es lo que muchos Adventistas piensan que es la situación en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. 1 Si éste es el caso, no sólo está enferma su existencia social, política, y económica, sino que su vitalidad espiritual se desgasta también.

Refresquemos nuestras mentes acerca del simbolismo de los cuatro jinetes del capítulo sexto del Apocalipsis para ver si hay algún paralelo con el sombrío panorama del Adventismo. Cada jinete cabalgaba sobre un caballo de diferente color, que se asociaba con las características especiales del jinete, sus implementos de operación, o sus poderes.

El primer jinete, montado sobre un caballo blanco, tenía un arco, llevaba una corona, y salió para "vencer" (obtener control). El segundo jinete, montado sobre un caballo bermejo, tenía una espada, y salió a "quitar de la tierra la paz" (promover la destrucción). El tercer jinete, montado sobre un caballo negro, tenía una balanza para medir las mercaderías escasas (escasez de lo que es necesario para la vitalidad). Y el cuarto jinete, montado sobre un caballo amarillo, se llamaba la Muerte.

El jinete del caballo blanco

En junio de 1977, Robert H. Pierson, entonces presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, recibió la siguiente carta:

El otro día me tropecé con una lista de nombres, incluyendo el suyo, así que pensé que le gustaría tener una copia de la lista para recordarle el clan y los buenos tiempos. Es una lista de ministros y dirigentes que han o habían invertido dinero personal con el Dr. Donald Davenport.

Ciertamente es lectura interesante. También contesta muchas preguntas que algunos han tenido acerca del funcionamiento de la iglesia en el pasado, y cómo y por qué algunos hombres han llegado donde están. Con seguridad, la lista pone punto final a la idea promocionada de una dirigencia que se sacrifica y que se niega a sí misma en este movimiento. En cualquier otro campo de la actividad humana, la lista también podría suscitar cuestiones especiales de conflicto de intereses, influir en en las ventas de puerta en puerta y hasta en los sobornos, cuando la lista se compara con otra lista, igualmente interesante, de todas las conferencias y asociaciones que tienen pagarés que suman millones, con el mismo hombre, a menudo estimulados y ayudados por algunos de los mismos dirigentes y el clero.

A menudo, hemos escrito acerca del reavivamiento, cómo ha de ser llevado a cabo por medio del cambio, y que ese cambio se producirá por la reforma. Es fácil ver por qué estamos teniendo, y tendremos, dificultades en nuestras circunstancias en la iglesia esperando o confiando en que ese cambio tenga lugar.

Desde que vi la lista, a menudo me he preguntado qué pensarían los miembros laicos de la Iglesia acerca del mensaje y del clero si la lista se publicara en el Review o en algún otro periódico. Si, como dijo un dirigente, fue sólo un buen trato comercial a nivel personal, entonces la mayor parte de los laicos estarían igualmente interesados en hacer una inversión tan segura.

Puede quedarse con la lista, si desea. Me parece que es un triste comentario sobre nuestros tiempos y nuestra dirigencia en la Iglesia. 2

La respuesta de Pierson y las subsiguientes respuestas, o la falta de ellas, parecía indicar  una completa falta de sensibilidad sobre cuestiones financieras por lo que concernía a la iglesia:
Es comprensible que a Ud. le sorprenda recibir una lista dando las cantidades personales que varios individuos han depositado con el Dr. Davenport allá en California. En primer lugar, ésta es información estrictamente confidencial, y el hecho de que se haya convertido en propiedad un poco pública es en sí mismo sorprendente. Puedo decirle, sin embargo, que esta lista fue compilada el 31 de agosto de 1971, y con los depósitos, retiros, etc., la lista ya no es válida.   Aprecio mucho que me enviara la lista a mí personalmente en vez de transferirla a otros.
Hermano Rea, yo preferiría sentarme y hablar con Ud. antes que contestarle por carta, pero puesto que no es probable que haya oportunidad para esto, deseo hacerle unas pocas observaciones que espero le sean de utilidad.

No puedo hablar en nombre de ninguno de los otros inversionistas de la lista, sino que deseo hablar por mí mismo. Al pasar los ojos por la lista de nombres, hay cierto número de ellos que yo, por supuesto, conozco bien, y también sé que son generosos sostenedores de la obra del Señor, y personalmente, yo no desearía juzgar cuánto dan por la cantidad que han invertido con el Dr. Davenport. Conozco a algunas de las personas en la lista que han invertido dinero para miembros de sus familias en su propio nombre.

En primer lugar, deseo decirle que, hasta donde sé, las operaciones del Dr. Davenport han sido, durante muchos años, abiertas y honestas, y legítimas en todos los sentidos. Él ha ayudado a muchos empleados y miembros de algunas organizaciones eclesiásticas. Que yo sepa, ninguna junta ni comité del cual yo soy miembro ha invertido ningún dinero con el Dr. Davenport. No puede haber conflicto de intereses aquí. En realidad, sé de sólo una o dos organizaciones que han invertido dinero con él. Si lo han hecho de acuerdo con la información que tengo, han estado recibiendo buenos intereses sobre sus inversiones y jamás han perdido ni un centavo.

¿Hay algo inmoral acerca de apartar dinero para jubilarse o comprar una casa? De acuerdo con mi información, Ellen White poseía varias propiedades. Algunos de nosotros, Hermano Rea, hemos pasado buena parte de nuestros ministerios en campos extranjeros. Estuvimos separados de nuestras familias por años. Nuestros salarios eran mucho menores que en nuestra patria. Vivimos en misiones o en propiedades alquiladas. No había oportunidad para levantar un capital como pueden hacerlo los trabajadores aquí en la patria. ¿Era erróneo que nosotros invirtiéramos nuestros ahorros donde pudiéramos recibir buenos intereses hasta que los necesitáramos para nuestras jubilaciones? No creo que sea justo criticar a nadie por hacer esto.

No me excuso por haber invertido una pequeña suma con el Dr. Davenport. No tengo tiempo para invertir en acciones y bonos, etc., y gastar tiempo vigilando y preocupándome por el mercado. Colocamos nuestro dinero donde nos pareció mejor, y hemos continuado con nuestras ocupaciones sin preocuparnos por él.

Por lo que concierne a dar con sacrificio, Hermano Rea, no creo que ninguno de nosotros dé tanto como debiera cuando consideramos lo que el Señor ha dado por nosotros. Pero puedo escribir en la Review con una conciencia limpia instando a nuestro pueblo a dar con sacrificio. Por años, la Sra. Pierson y yo dimos entre el 20 y el 35 por ciento de nuestros salarios, además de los miles de dólares dados al programa mundial en el campo por medio de mis libros, a cuyas regalías, que pude haber reclamado, he renunciado. También, manejo un Chevrolet de 1972.

Hermano Rea, me sentí sorprendido y desilusionado de que un pastor de mi iglesia sacara las conclusiones apresuradas que Ud. ha sacado, y me haya escrito una carta con un cuestionable espíritu, sin confirmar algunos hechos conmigo antes de juzgar. Pero esto lo tendré que dejar entre Ud. y el Señor. 3

Lo que la carta pasa por alto es el conflicto de intereses entre el hombre - ya sea profeta, sacerdote, o pastor - y su responsabilidad como custodio de los fondos del pueblo. De la misma manera, Pierson pasa por alto, o no ve, que el sistema eclesiástico que él preside como sumo sacerdote estimulaba a todos (jóvenes y viejos, ricos y pobres), sobre una base de auto-negación, a contribuir con la mayor parte de su caudal mientras estuvieran vivos - y con todo él después de su muerte - para acelerar "la terminación de la obra", cuando en realidad estaban ayudando a los administradores, sacerdotes, y doctores (entre otros) a enriquecerse - todo en el nombre de Dios.

Un cambio de administración no produjo ninguna concesión ni cambio en el énfasis. Con Neal C. Wilson ahora como presidente mundial, el 10 de agosto de 1979, los cuatro más importantes oficiales de la Conferencia General escribieron conjuntamente a los presidentes y tesoreros de las uniones, así como a los directores y oficiales financieros jefes de las instituciones de la Conferencia General:

Ciertas personas han iniciado procesos de investigación y descubrimiento para establecer qué relación existe entre la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y el Dr. Donald Davenport. Se ha exigido que se ejerza presión sobre dirigentes y organizaciones para que se retiren inmediatamente de cualquier involucramiento que pueda ser descubierto. Se le está pidiendo a la Conferencia General que revele plenamente y que haga una declaración pública sobre hasta qué punto está involucrada la Iglesia en inversiones en los proyectos de compañías de correos y teléfonos de Davenport. Hasta donde hemos examinado este asunto, y lo hemos hecho cuidadosamente, no creemos que sea ni prudente ni necesario en este momento.

Hasta este momento, no nos ha parecido bien involucrarnos en esta controversia, especialmente puesto que los fondos de la Conferencia General nunca se han invertido con el Dr. Davenport, y además puesto que la Conferencia General consistentemente ha instado a individuos e instituciones a tener extremo cuidado en este respecto, con pautas cuidadosamente redactadas, y con las cuales estuvimos de acuerdo.

No deseamos exagerar nuestra reacción, ni siquiera en esta fecha; pero, puesto que la integridad de nuestra mayordomía y la ética de nuestra dirigencia están siendo cuestionadas, y en vista de las circunstancias que anteceden y las posibles evoluciones en el futuro, la administración de la Conferencia General y la División Norteamericana piensan que ha llegado el momento de hacer una revelación completa, y que debería hacerse visible toda la relación entre las organizaciones de la Iglesia, así como entre los oficiales y los empleados responsables de las diferentes entidades eclesiásticas, y las inversiones por medio del Dr. Davenport. 4

Aunque la carta tomaba una posición de preocupación y pedía información adicional, no se notaba ningún gran cambio en la intensidad de la preocupación por la ética de la escrupulosa separación de los intereses personales y corporativos.

Sin embargo, no todos los administradores eran insensibles a la cuestión del conflicto de intereses. Kenneth H. Emmerson, que pronto se retiraría como tesorero de la Conferencia General, había escrito anteriormente en 1979 al presidente de la Southern California Conference:

He leído con mucho interés la correspondencia entre Ud. y Walter T. Rea, y me he sentido constreñido a escribirle a Ud. sólo unas pocas líneas, por cuanto él me menciona a mí en el segundo párrafo de la carta dirigida a Ud. y fechada en Abril 3. Supongo que él se refiere a la correspondencia que intercambiamos en lo que concierne al Dr. Davenport.

Simpatizo por completo con él  y con su posición por lo que concierne al Dr. Davenport...

Le señalé que ellos [un candidato para un préstamo institucional] no deberían tener ningún trato en absoluto - financieros o de otra clase - con el doctor...

Quería que Ud. supiera que aprecio mucho la posición de este buen pastor, y por supuesto estoy muy de acuerdo con sus pensamientos y su posición. 5

La revelación de nombres y actividades, en y por sí misma, no era tan alarmante. Pero sí dejaba en el aire, y abierta a las dudas, la administración de las actividades relacionadas en las posiciones de la iglesia en que los dirigentes pudieran aprovecharse de la confianza o la fe de los miembros de iglesia, y demostraba la incapacidad de los administradores eclesiásticos para separar los asuntos personales de los corporativos. De la misma manera, echaba un interesante vistazo a la oportunidad para transferir el juicio propio de un área de competencia a otra área de competencia. Por lo menos una persona cuyo nombre aparecía en la lista de inversionistas era miembro de PREXAD, el Comité Consejero Ejecutivo del Presidente de la Conferencia General, que se sentaría en juicio acerca de los temas religiosos en disputa involucrados en los tratos administrativos con Desmond Ford y Walter Rea. 6

Todo el asunto habría de llegar a un triste clímax en la edición de Los Angeles Times del 24 de julio de 1981, cuando se anunció la noticia de que Davenport había presentado una declaración de bancarrota y se dieron a conocer las pérdidas estimadas a algunas conferencias regionales, oficiales y empleados de iglesia, y muchos Adventistas individuales. Un informe adicional del 9 de agosto decía:

Preocupados acreedores de Donald J. Davenport, una vez llamado "el rey de las oficinas postales" a causa de sus vastas inversiones en edificios postales, están revelando evidencia que los acreedores dicen muestra que Davenport hipotecó propiedades por más de su valor y ofreció a los prestatarios escrituras de fideicomiso sobre propiedades que no tenía.

La evidencia proporciona algunos indicios de por qué el una vez enorme imperio de bienes raíces de Davenport se está derrumbando, y por qué tuvo que buscar protección bajo las leyes de bancarrota el mes pasado.

Además, el caso es particularmente interesante porque Davenport recibió considerable respaldo de miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y de algunos oficiales de iglesia y entidades patrocinadas por la iglesia. 7

El Long Beach Telegram, el periódico del pueblo natal de Davenport, no fue tan amable. Dijo la edición dominical del 2 de agosto de 1981:
Los críticos de la iglesia afirmaron que el colapso, estimado de $46 millones, equivalía a un anticuado esquema de pirámide de Ponzi, siendo respetados ministros Adventistas del Séptimo Día los vendedores y ancianos Adventistas las víctimas inconscientes.

A cambio de su participación, los ministros Adventistas recibieron viajes gratis a lujosos condominios en Palm Springs y Hawaii y favorables ratas de interés sobre sus inversiones con Davenport. 8

La pregunta principal en las mentes de muchos que han experimentado el "arte administrativo de maniobrar" del sistema debe ser ésta: Si uno no puede confiar en estos vendedores de carros usados espirituales con sus decisiones acerca del uso de dinero "espiritual" sobre el cual su posición les ha dado control e influencia, ¿cómo puede uno confiar en ellos y sus decisiones sobre asuntos teológicos y las cosas pertenecientes al alma (como en el caso de Ford y de Rea)?

Una mano en el timón es una mano en control - que fue lo que el jinete del caballo blanco salió a obtener.

El jinete del caballo bermejo

Mucho se ha escrito acerca de esa experiencia en la cumbre de una montaña en Colorado en el verano de 1980 - que habrá de ser recordada por mucho tiempo como el verano del descontento. El Comité para la Revisión del Santuario fue convocado para reunirse en Glacier View Ranch, supuestamente para "revisar" el estudio preparado (a solicitud de los oficiales de la Conferencia General) por Desmond Ford, un brillante erudito y maestro Adventista australiano. Por años, Ford había sido una figura controversial en el ministerio Adventista. Su amistad con otro australiano, Robert D. Brinsmead, cuyas ideas y cuyos escritos habían trastornado la administración de la iglesia por una década o más, parecía aumentar la dificultad de revisar o aceptar sus ideas teológicas.

En disputa estaban los puntos de vista que Ford había discutido por invitación del Foro Adventista en el Pacific Union College (Angwin, California) en el otoño de 1979. Estos puntos de vista diferían de la manera en que la iglesia interpretaba su fundamental pilar de la fe, los 2300 días de la profecía de Daniel 8:14. El espectáculo de marionetas de los administradores de la iglesia en Glacier View, orquestado por Neal C.Wilson, presidente de la Conferencia General, fue la respuesta a Ford.

No debería sorprendernos que Glacier View se convirtiera en una charada. Con poca capacidad o poco deseo de entendérselas con los escándalos financieros que surgían, y con poca o ninguna pericia en teología, Wilson hizo lo que los políticos hacen típicamente. Les prometió todo a todos, dio poco a algunos, y traicionó a la mayoría. El sonido que se levantó en grandes coros después de Glacier View cuenta la historia. En una carta abierta a Wilson, fechada el 10 de septiembre de 1980, treinta y nueve preocupados pastores y eruditos de la Universidad de Andrews (asiento del seminario teológico de la iglesia) expresaron estas preocupaciones, entre otras:

Se ha usado una "declaración de diez puntos" para condenar el ministerio del Dr. Ford tanto en la Review como en recientes acciones administrativas. Sin embargo, cuestionamos su legitimidad para este propósito: (a) No representa el consenso de los hermanos del Dr. Ford en que no fue ni discutido ni votado por el grupo entero de Glacier View. (b) De hecho, contradice el espíritu y la letra de la declaración de consenso en ciertos puntos claves. (c) Los autores del documento se proponían que él explicara la comunicación en la conferencia y no sabían que sería usado para comprometer el ministerio del Dr. Ford.

Usted le aseguró a la iglesia por escrito (Review, julio 9) que la Conferencia de Glacier View no sería  un juicio contra el Dr. Ford. La evidencia indica, sin embargo, que fue principalmente un juicio, y que allí se inició una acción administrativa que aparentemente lo despojará de sus credenciales. 9

Otra fuerte nota de protesta fue expresada por Lorenzo H. Grant, profesor asociado de la división de religión en el Southern Missionary College (Tennessee):
Me pregunto si estoy malinterpretando la situación por completo cuando pienso que el trabajo de la comunidad erudita reunida en Glacier View ha sido interpretado erróneamente en su mayor parte, si no prostituído. La Review parece dar a entender que el Comité para la Revisión del Santuario condenó los puntos de vista del Dr. Ford. La reciente acción de PREXAD relativa a la posición profesional de Ford ostensiblemente descansa en el trabajo y los pronunciamientos de ese comité. Por lo menos, estoy seguro de que es así como serán interpretados por nuestro pueblo. 10
Por ese trocito de sabiduría, Grant quedó preguntándose si se le concedería permiso para ausentarse de su posición - como les sucedió a algunos otros que revelaron sus puntos de vista.

Otras instituciones Adventistas educativas expresaron preocupaciones similares. En general, expresaron el pensamiento de que una discusión honesta había sido suprimida en su mayor parte; y cuando la discusión tuvo lugar, había sido mal usada y malinterpretada para ajustarla a los propios fines de los administradores. Resumiendo, los eruditos pensaron que habían sido engañados -- como efectivamente lo habían sido.

No habiendo mostrado hasta ahora ninguna evidencia tangible de liderazgo moral, el presidente de la Conferencia General desdeñó la controversia como una insignificante molestia de posición, dejó el trabajo de limpieza a sus mercenarios, y dio la impresión de que los detractores sólo estaban expresando un descontento de menor cuantía por su espectáculo secundario. La destitución continuó en vigor.

El mismo Ford parecía no percibir el verdadero significado del papel que estaba jugando. A menudo, dio la impresión de que estaba ocupado en un agradable concurso de esgrima y que podía dar por terminado el ejercicio a voluntad, aunque obviamente estaba inmerso en una guerra total. Desde su "elevada torrecilla", había llegado a creer que su contribución al Adventismo era "el evangelio". Pero las principales iglesias habían tocado la tonada del "evangelio" bastante bien a través de los siglos. Habían sido sólo los comunicantes Adventistas los que, mucho antes que él, habían rechazado ese evangelio y puesto en su lugar a Santa Ellen y a sus escritos. En el fondo de su corazón, Ford creía que la iglesia y el mundo recibirían su mensaje, y que los eruditos acudirían a su lado. La ayuda erudita con la cual había contado permaneció más a o menos a un lado. No habiendo tenido experiencia previa en estos asuntos financieros, nunca había tenido que poner a prueba el peso de ese cheque semanal en una balanza contra el peso de su teología. Pero cuando las consideraciones financieras fueron puestas en esa balanza, como siempre deben ser puestas, resultaron pesadas.

A partir de la Review, Ministry, y otros principales órganos Adventistas de propaganda, era obvio que por lo menos la oficialidad Adventista no estaba a punto de abrir la puerta a la que tocaban Ford y su Cristo. 11 ¿Por qué tendrían que hacerlo? Tenían a Ellen (que había ayudado a cerrar esa puerta en 1844); la primogenitura de ellos era una posición confidencial; y no iban a admitir, después de ciento treinta y tantos años, que su franquicia celestial estaba comprometida en modo alguno.

Y así, la prensa controlada por los Adventistas, siempre leyendo erróneamente las señales de los tiempos, continuó sacando rápidamente cerros de material sobre cuestiones teológicas en disputa que a pocos lectores les interesaban, y que pocos entendían o necesitaban.

Las hordas de Adventistas que acudían a oír a Ford prestaron poca atención duradera a la historia de su evangelio o a los finos matices de sus ideas teológicas. Sólo se daban cuenta de que él era ahora uno de los que se oponían al sistema que los había oprimido. Ford se había convertido principalmente en un símbolo de descontento y de "rebelión" contra el abuso y la arrogancia administrativos.

Los colegas de Ford se congregaron alrededor de él, simbólicamente, a distancia. Ahora que estaba fuera del sistema, representaba la libertad académica que ellos habían perdido. Y les quedó la sensación de haber sido comprados y pagados por la iglesia - pero sin libertad mental ni convicción, sin derecho a una audiencia justa, y sin ninguna señal en el horizonte que predijera cambios o un futuro feliz.

En general, podría decirse que la iglesia había entrado a la década de 1980 con un considerable número de cadáveres dispersos a través del panorama teológico - contando a todos los que fueron desfraternizados, desalojados, despedidos de estudios de seminarios, sumariamente reasignados, mandados de vacaciones, o por cualesquiera otros medios (voluntaria o involuntariamente) separados de la iglesia de una manera no pacífica.

¿Podría una tal promoción de la destrucción del servicio así y una causa para el desencanto así indicar que el jinete montado en el caballo bermejo había cabalgado a través del campamento?

El jinete del caballo negro

Si los estudios de Ford eran perturbadores, las investigaciones de Rea eran francamente alarmantes. 12 Las noticias acerca de ellas hicieron que los administradores corrieran a sus computadoras con las manos sudorosas.

Ford había estado tratando de reconstruir el pasado sobre una base más sólida. Su sola Scriptura era un honesto intento de hacer que la iglesia regresara a su posición original, la Biblia y la Biblia sola. Aunque sonaba peligroso para los cultistas (que ya estaban recibiendo instrucción intermediaria a través de un profeta), tal concepto ha tenido siempre una salvaguarda incorporada. Cada sistema ha sido lo suficientemente inventivo (y quizás lo bastante prudente) para crear y fomentar sus propios supervendedores, que conocen el vocabulario del sistema. Así, al verdadero creyente se le vende la interpretación de la verdad de la Escritura a través de los supervendedores de su sistema. Lo que al comunicante se le enseña en realidad es un sustituto de la fe en su maestro (o instructor, o supervendedor, o teólogo) más bien que la fe en el fundamento de toda creencia, las Sagradas Escrituras. 13

Por otro lado, Rea era guerrillero. Parecía apuntar a la yugular. Sus estudios estaban calculados para inclinar la balanza contra la autoridad de Ellen y de sus escritos - lo cual, en consecuencia, daba un rodeo alrededor de la autoridad de los supervendedores del sistema y dejaba que cada hombre fuera sus propio sacerdote delante de Dios. Esta idea - si realmente caló alguna vez - sería, no sólo espantosa, sino enteramente horrenda para un sistema basado en la interpretación de la verdad por un profeta.

Mire la confusión que resultaría si cada miembro comenzara a estudiar e interpretar la Biblia por sí mismo. Uno podría terminar con una verdad inaceptable para un sistema gobernado por administradores. ¿Y qué sucedería si el miembro decidiera que no es necesario comprar las indulgencias vendidas por los supervendedores? Esto es: (a) si no alcanza "el blanco de la Recolección" (pedir dinero en público), podría perder algunos puntos con Dios; (b) si no estudia su lección de Escuela Sabática todos los días, no obtendría ninguna estrella de oro en los libros del cielo; (c) si sus niños van a una escuela pública, se perderían para el cielo; (d) si decide que no es necesario entregar diezmos y ofrendas al sistema eclesiástico solamente, o si decide no dejar todas sus posesiones a la iglesia mientras es arrastrado fuera de este mundo pateando y gritando, no tendría la balanza financiera inclinada a su favor; (e) si decide no comprar la falsa tontería vegetariana vendida por la iglesia, entonces su vida se acortaría. Y así sucesivamente.

El sistema no ha proporcionado ni una pizca de evidencia de que seguir todas las instrucciones de Ellen y sus escritos en cuanto a hacer esto y no hacer aquéllo ha producido gente espiritualmente superior. La iglesia ha intentado demostrar que uno puede vivir más tiempo en esta tierra siguiendo ciertas saludables costumbres y prácticas. Pero hay abundante evidencia que prueba que mientras más vive esa gente, más ruin se vuelve, y se hace más difícil llevarse bien con ellos - tal como sucede con el resto de la gente.

Sin importar si hay nueva evidencia o si no hay ninguna evidencia, la gente inteligente y razonable no concuerda con Ellen en que (a) una mujer es más espiritual si no usa un anillo de matrimonio; (b) que la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día en sesión es "la más alta autoridad" de Dios sobre la tierra; (c) que en la cuestión de los juegos sexuales de las parejas felizmente casadas (habiendo sido declarado el sexo una concesión a la naturaleza "animal", y quizás a causa de las enfermedes), menos es mejor; (d) que la mantequilla, los huevos, y la leche deben ser estrictamente prohibidos a los niños, a causa de sus efectos sobre las bajas pasiones y la vida espiritual; (e) que las pelucas producen locura; (f) que la carne tiene la tendencia a animalizar la naturaleza y a robarle al hombre la simpatía que debería sentir por todos.

Tanto Ford como Rea (cada uno por su cuenta) luchaban por la misma meta que otros antes que ellos habían anhelado - la libertad de cada individuo para recibir su propia interpretación de la autoridad final de toda verdad espiritual, las Escrituras solamente. Esta libertad sólo puede alcanzarse yendo directamente a Dios por medio del don del Espíritu Santo. Era la autoridad del sistema lo que estaba siendo desafiado - la autoridad de los teólogos de ese sistema para interpretar la verdad a su propio modo para todos los demás. Y era la autoridad de la misma Ellen G. White lo que los estudios de ellos declinaban aceptar como la última palabra, con un virtual poder de veto sobre la mente humana. Ningún hombre que había hecho ese desafío había sobrevivido jamás en su posición en la Iglesia Adventista. 14

Y los comunicantes Adventistas, que ahora tenían razones para creer que sus billeteras, así como su fe en la doctrina, estaban siendo comprometidas, se estaban interesando y estaban comenzando a hacer preguntas. Tenían hambre de una salvación que ya estaba asegurada en el Calvario. Estaban tratando de alcanzar un perdón que venía sin soborno, y una paz que no necesitaba ser comprada ni vendida en alguna "Casa de Libros y Biblias" o algún tipo de campaña.

No era el estilo de vida Adventista lo que la gente quería derribar. Querían echar fuera del templo a los cambistas que habían corrompido el sistema. Eran los supervendedores que habían sobrevendido su mercancía en el nombre de Dios, lo que la gente estaba rechazando. Eran los giros y las vueltas de la profeta Adventista, Ellen Gould Harmon White - usada por los supervendedores para intentar taponar cada agujero, para apuntalar cada verdad, para hacer valer cada argumento - lo que la gente estaba rechazando. No era la verdad del Evangelio lo que la gente quería abandonar.

La falta de alimento mata de hambre al cuerpo. De la misma manera, negarle a una persona la libertad y el incentivo para pensar por sí misma es igualmente una forma de privación. Cuando falta ese elemento esencial para la vitalidad, el jinete del caballo negro ha hecho su obra.

El jinete del caballo amarillo

Ha habido muerte en la olla Adventista por largo tiempo. 15 El movimiento millerista de 1844 no produjo la Segunda Venida, ni "terminaron la obra" los miembros que se quedaron con ese chasco. Cada nueva crisis  trajo nuevas promesas - de aquí que hubiera más desengaños, más aislamiento, y más extremos. Los niños que, de acuerdo con Ellen, nunca debieron haber nacido, crecieron y tuvieron sus propios hijos (y nietos) durante "esta generación" 16 para la cual cada interpretación revisada se convirtió en nada.

El continuo aumento de los desembolsos financieros necesarios para ser cliente del sistema educativo de la iglesia ha obligado a las familias de la iglesia a re-evaluar sus prioridades financieras. Muchos jóvenes y muchachas de la iglesia ahora se educan total o parcialmente fuera del sistema - y en consecuencia tienen acceso a las mentes, los materiales, los métodos, y las ideas que no estaban disponibles o no eran aceptables para la iglesia o sus educadores "comprados". Éste era uno de los temores que Arthur White expresó en sus comentarios dentro de la organización en relación con el propuesto estudio de Desire of Ages de Ellen White:

Téngase presente que el adiestramiento en las universidades para aceptar y creer sólo lo que puede ser probado a satisfacción del investigador puede conducir fácilmente a un enfoque escéptico que no toma en cuenta que puede haber características perturbadoras en los escritos inspirados, que resultan en la necesidad de la fe, como lo explicó Ellen White al discutir las investigaciones de la Biblia y sus escritos. 17

Si participa en ello la Universidad de Andrews - ¿son los eruditos adiestrados en métodos de investigación por universidades conocidas por haber demolido la fe en la Biblia y la confiabilidad de los relatos bíblicos, capaces de emitir un juicio adecuado en áreas en las que son factores importantes una absoluta honestidad en la aceptación de los registros y la fe basada en la evidencia? Al tomar decisiones cuando el investigador tiene que escoger la mejor respuesta, ¿fallará la fe en la inspiración de Ellen? 18

Es fácil ver que Arthur White no se sentía seguro, ni siquiera con la "educación superior" que se dispensaba en la Universidad de Andrews, la ciudadela de la iglesia para la enseñanza de seminarios. El tono y la substancia de sus páginas indican que Abuela Ellen era la número uno en su lista, y que todas las otras consideraciones y preocupaciones ocupaban un lugar secundario en sus conceptos de la educación y la verdad. Había llegado a someter a prueba la verdad enteramente por medio de ella, y para él ella era toda la verdad - la primera, la última, y para siempre.

La obra médica de la iglesia (el "brazo derecho del mensaje") también estaba en problemas. Obligados por los grandes cambios - nuevas costumbres y reglas, problemas de personal; lo que se pensaba que era una decadencia en el énfasis espiritual; los avances en el conocimiento de la ciencia médica; y el ritmo de la misma vida moderna - los centros médicos, los hospitales, asilos de ancianos, y otras instituciones de salud, para todos los fines prácticos y en gran medida, se han retirado estructuralmente, si no filosóficamente, del cuidado tierno y amoroso de la vigilante supervisión del clero de la iglesia. El clero todavía controlaba las juntas y tomaba las decisiones, en nombre de Dios, para entidades médicas, hasta que se vio obligado por el estado y las leyes federales a cambiar algunas prácticas y permitir que más talento local profesional y no clerical se involucrara en el control.

El programa evangelístico del Adventismo también mostraba signos de envejecimiento. Había poca evidencia de que su ministerio público de radio y televisión pudiera competir con éxito con las magnéticas personalidades que inundaban el mercado.

Las encuestas aceptables para la iglesia proporcionaban emplias estadísticas que mostraban que el Adventismo sufría de una crisis de identidad - la gente a menudo los confundía con los Mormones, los Testigos de Jehová, y otros.

Otros estudios mostraban que una alarmante apatía se había apoderado de los miembros, con las deserciones aumentando a un ritmo perturbador. Sólo bajando los estándares, aumentando la propaganda, apelando a los grupos sociales y económicos más bajos, e inflando las listas de la membresía pudieron presentar cifras de crecimiento salvadoras de las apariencias en Norteamérica. Quizás sólo otra guerra mundial o alguna otra crisis de grandes proporciones pueda reversar toda la situación.

Pero quizás la más inquietante señal de degeneración del movimiento Adventista es la incapacidad para aceptar el cambio y el mundo real como ahora existe. Para ellos, "el choque futuro" es real y no lo pueden aceptar. Las reuniones de Glacier View y Glendale sacaron a luz toda la histeria, la paranoia, y el extremismo que la iglesia había ocultado por más de ciento treinta años. Desde el movimiento de 1844, no se habían sentido más amenazados, más desnudos y más solos ante el mundo. El artículo de Los Angeles Times del 23 de octubre de 1980 sobre Ellen White y sus copias de material ajeno fue como volver a tocar un disco viejo. Eran los Adventistas contra el mundo, tal como Ellen había dicho que ocurriría. Hasta en las familias de la iglesia se trazó una línea entre los buenos y los malos, los santos y los pecadores. El concepto del juicio fue bajado de las cortes celestiales, y se le dio forma y salvación a la vista de todos.

Las escenas que los administradores habían imaginado mientras leían The Great Controversy fueron presentadas otra vez en las iglesias locales, y las conferencias, e instituciones de enseñanza. Los ministros ambulantes de las oficinas principales de Washington, D. C. reunieron a los estudiantes de teología, dentro y fuera del sistema de la iglesia, y les dijeron que o se alineaban o tendrían que irse. Los maestros de las escuelas superiores de la iglesia, así como de las escuelas secundarias y hasta de las primarias, fueron llevados ante funcionarios y se les dijo que firmaran el compromiso de lealtad Mau Mau. A los ministros se les dijo que grabaran los clichés aceptables y los enviaran a sus teólogos superiores. Algunos hasta fueron despedidos por no conocer la nomenclatura correcta. Los miembros se alarmaron. La oficialidad escribió en los órganos de propaganda que se les dijera a los miembros que éstos eran tiempos peligrosos, pero que los buenos y los salvos pasarían incólumes, como Ellen había dicho.

Éste era el tiempo del Omega al que Ellen había aludido, se decía. Cualquiera que sea la correcta interpretación de eso o si su autenticidad es bíblica o no, no importa. Un folleto que lo afirmaba fue enviado gratis a los ministros Adventistas de habla inglesa.

No pareció ocurrírseles a los hermanos de PREXAD que lo que ellos estaban escuchando eran los llorones lamentando la muerte de Ellen. Ella había muerto en 1915. Y ahora era su autoridad sobre los miembros del culto lo que moría. Los dirigentes habían perdido el control, para siempre, sobre las vidas de sus miembros. Era un fascinante paralelo con los tiempos del pasado. Ellen había escrito acerca de ello en The Desire of Ages. Pero si los hermanos lo estaban leyendo, no lo estaban aplicando a sí mismos. De acuerdo con Ellen White, fue Satanás quien instó al concilio de Caifás a matar a Cristo basándose en las ofensas que habían sufrido de parte de Cristo, lo cual volvió a contar:

Cuán poco había honrado la justicia de ellos. Presentaba una justicia mucho mayor, que todos los que desean ser hijos de Dios deberían poseer. Sin fijarse en sus formas y ceremonias, había animado a los pecadores a ir directamente a Dios como a un Padre misericordioso, y hacerle saber sus necesidades. Así, en la opinión de ellos, Él  había hecho a un lado el sacerdocio. Había rehusado reconocer la teología de las escuelas de los rabinos. Había revelado las malvadas prácticas de los sacerdotes, y había perjudicado su influencia irreparablemente. Había rebajado el efecto de sus máximas y tradiciones, declarando que, aunque hacían cumplir estrictamente la ley ritual, anulaban la ley de Dios. 20
Nadie en la actualidad había ido jamás tan lejos como hasta donde Ellen parecía decir que Cristo había ido al rechazar la aceptable estructura de su tiempo. Pero la perspicacia de ella había echado la culpa sobre el temor de aquellos antiguos dirigentes de perder su autoridad.

De la misma manera, los supervendedores de la iglesia de hoy han envenenado a su propia profeta. En sus intentos por obtener libertad para sí mismos y licencia para sus amigos, han linchado a la misma dama que profesan adorar. Por su descuido de la instrucción personal - dada, como han asegurado, por inspiración y por el Espíritu Santo - han dado un triste ejemplo de desperdiciar todos los principios que Ellen había dado.

El cuarto jinete, montado sobre el caballo amarillo, fue el último en cabalgar. De acuerdo con Apocalipsis, su nombre era la Muerte.


Referencias y Notas

1.  Los artículos publicados en Spectrum, la publicación trimestral de la Asociación de Foros Adventistas, desde 1978 hasta 1981, confirman esta observación acerca de la condición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

2.  De Walter T. Rea para Robert H. Pierson, 14 de junio de 1977.

3.  De Robert H. Pierson para Walter T. Rea, 23 de junio de 1977.

4.  De Neal C. Wilson, Charles E. Bradford, Kenneth H. Emmerson, y Martin E. Kemmerer para los presidentes y tesoreros de las uniones, directores y jefes de oficinas financieras de la institución de la Conferencia General, 10 de agosto de 1979. Copia en facsímil en SDA Release (Collegdale, TN: Adventist Layman Council, n.d. [ca. enero de 1981]), p. 4.

5.  De Kenneth H. Emmerson para Harold L. Calkins, 10 de abril de 1979, SDA Press Release, p. 4.

6.  Representando a PREXAD 1980, Charles E. Bradford, Kneneth H. Emmerson, W. Duncan Eva, Clyde O. Franz, A. Edwin Gibb, Willis J. Hackett, Richard Hammill, C. D. Henri, Martin E. Kemmerer, Alf Lohne, M.S. Nigri, G. Ralph Thompson, Francis W. Wernick.

7.  Doris A. Byron y John Dart, "Creditors Learning Why Davenport Empire Fell" [Los Acreedores Enterándose Por Qué Cayó el Imperio de Davenport], Los Angeles Times, 10 de agosto de 1981, sección de negocios, p. 1.

8.  Doreen Carvajal, "Seventh-day Adventist´s Empire Collapses on Church", Long Beach Press-Telegram, 2 de agosto de 1981.

9.  [Andrews University] Concerned Pastors and Scholars, "An Open Letter to President Wilson from Concerned Pastors and Scholars at Andrews University Seminary and Graduate School", 10 de septiembre de 1980.

10.  De Lorenzo H. Grant para Fritz Guy, 8 de septiembre de 1980.

11.  Se juzgó en amplios círculos que, durante 1980 y 1981, las publicaciones denominacionales dejaron de presentar el punto de vista de Desmond Ford y habían "prejuzgado" el trabajo que estaba preparando publicando una superabundancia de m material enfatizando la "posición histórica" de los oficiales.

12.  Glendale Committee, "Ellen G. White and Her Sources," cintas grabadas de la sesión de enero 28-29. Se gastó más de una hora decidiendo qué palabras usar para infomar al "pueblo".

13.  Desmond Ford, Daniel 8:14, the Day of Atonement, and the Investigative Judgment (Casselberry, FL: Euangelion Press, 1980).

14. Earl W. Amundson, "Authority and Conflict - Consensus and Unity", fotocopiado (trabajo presentado en la Consulta Teológica, Glacier View Ranch, Ward, CO, 15-20 de agosto de 1980). Este trabajo por Amundson, presidente de la Conferencia de la Unión Atlántica de los Adventistas, fue presentado como respuesta al llamado de Willis J. Hackett para la adopción de un credo. En la págin 16, Amundson dice: "Es un hecho histórico que la mayoría de las luminarias que han abandonado nuestra iglesia se han ido a causa de la autoridad asignada a los escritos de Ellen White".

15.  II Reyes 4:38-41. La historia de Eliseo en Gilgal y el potaje.

16.  Mateo 24. En este capítulo, Cristo predijo la destrucción del templo, las calamidades que vendrían, y las señales de su venida en juicio. Versículo 34. No pasará esta generación sin que todo esto acontezca.

17.  Arthur L. White, [Confidencial] "Comments on the Proposed Study of Desire of Ages", fotocopiado (Washington: EGW Estate, 30 de noviembre de 1978), p. 3.

18.  Ibid., p. 5.

19.  Alvin Toffler, Future Shock  (Westminster, MD: Random House, 1970).

20.  Ellen G. White, The Desire of Ages (Mountain View: PPPAm 1898), pp. 540-41.


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