Importancia de la Herida en la Cabeza de Ellen White

Una Introducción Editorial

por Doug Hackleman, Adventist Currents, Junio de 1985


Los intentos de entender a Ellen G. White y sus visiones han tomado muchas formas. Pocas son más interesantes que la exhaustiva investigación llevada a cabo por el Dr. Molleurus Couperus, médico retirado y editor fundador de la revista Spectrum.

El artículo de Couperus, "Importancia de la Herida en la Cabeza de Ellen White," -- descrito como "excesivo" por un neurólogo que básicamente lo aprueba -- es el esfuerzo del autor para entender cómo fue que Ellen White pudo de buena fe sentir, creer, y afirmar que Dios vino a a ella repetidamente en visión - aunque no fuera así.

Las razones por las cuales uno puede cuestionar las afirmaciones de Ellen White forman legión, pero una clase de razón en particular sobresale sobre las demás. Cuando Ellen White insistía en que había visto algo en visión, o decía 'Se me ha mostrado,' o, (de lo más importante) pretendía estar citando un ángel, su guía, o Jesús mismo, y las mismas palabras se encuentran ahora citadas en un artículo o libro anterior, a los seres humanos racionales se les puede perdonar no creer en su veracidad.

Pero, puesto que la Sra. White es una parte integral de nuestras raíces Adventistas, y puesto que es desconcertante pensar en la madre como mendaz, buscamos circunstancias atenuantes o explicaciones alternas que puedan rescatar su integridad.

La idea de que una forma débil de ataque post-traumático pudiera explicar tanto sus "visiones" como las extravagancias en su personalidad parece, por lo tanto, atractiva. La mayoría de los neurólogos están de acuerdo en que una lesión en la cabeza causada por un proyectil, como la herida que le causó a Ellen Harmon tres semanas en coma seguida de amnesia a la edad de nueve años, aumentó muchas veces las probabilidades de que ella desarrollara algún tipo de desorden en forma de ataque.

Mientras que una explicación neurológica de las visiones de Ellen White parece tener el potencial de rescatar su reputación como una mujer veraz, al mismo tiempo parece impedir explicaciones sobrenaturales.

Una y otra vez, los oficiales del Legado White han indicado su rechazo 'a priori' de cualquier causa natural para explicar las visiones de Ellen White -  e incluso han formado un Comité de Salud Ellen White de entre el personal médico de la Universidad de Loma Linda para declarar la imposibilidad de que cualquier forma de epilepsia de lóbulo temporal pudiera ser responsable de las experiencias visionarias de White.

Debido a que la tesis del artículo de Couperus escandalizará a muchos Adventistas del Séptimo Día, parece justo permitir que el autor presente sus mejores argumentos - incluyendo todas las 210 referencias.

Es claro que un amplio desacuerdo continúa entre los neurólogos acerca de cuáles rasgos de conducta y personalidad deberían indicar un diagnóstico de epilepsia del lóbulo temporal. Se les pidió a tres reputados neurólogos no Adventistas que leyeran el borrador del manuscrito. Dos de los tres afirmaron la validez científica de la tesis de Couperus, mientras que el otro no. Uno de los revisadores positivos no quiso que se mencionara su nombre, por razones prácticas. Al otro no se le pidió autorización para mencionar su nombre porque una parte substancial de su investigación sobre el tema, publicada anteriormente, se cita en el documento.

El revisador que puso en duda el diagnóstico concluyente del autor es el Dr. Thomas Babb, profesor residente de neurología en UCLA. 


 Importancia de la Herida en la Cabeza de Ellen White

por Molleurus Couperus
Adventist Currents, Junio de 1985


Sin duda, Ellen G. White fue una de las personas más influyentes en la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día - una lideresa espiritual considerada como profeta por muchos. Setenta años han pasado desde que Ellen murió en 1915, y es el propósito de esta presentación reexaminar la vida y la obra de esta excepcional mujer cristiana a la luz de los conocimientos actuales.

Ellen Gould Harmon y su hermana gemela Elizabeth nacieron en Gorham, Maine, el 26 de noviembre de 1827. Sus padres, así como los ocho hijos de ellos, eran miembros devotos de la Iglesia Episcopal Metodista. De Ellen y su familia escribió James White:
 

"Ambos padres poseen resistencia física en gran medida, y los niños heredaron esta bendición, así como la actividad, la fuerza de carácter, y la capacidad ejecutiva, todas las cuales se desarrollaron especialmente en la madre. En Ellen, el desarrollo tanto mental como físico fue rápido y vigoroso. Siendo aún una niña, mostró amor por el estudio, rápida percepción, y memoria retentiva. Era de naturaleza optimista y confiada, le gustaba la sociedad, era valerosa, decidida, y perseverante." (1)
Se dijo también que "la reverencia a Dios, y el respeto por la autoridad paterna, les fueron inculcados desde temprano y con firmeza; y a los niños se les enseñó fielmente, por precepto y por ejemplo, las lecciones de integridad y diligencia que han moldeado los caracteres de muchos de los obreros más nobles en el mundo." Tales rasgos tipificaban los valores de las devotas familias Metodistas del siglo diecinueve.

Cuando los miembros de la familia Harmon se enteraron de la conmovedora advertencia de William Miller acerca del regreso inminente de Cristo, aceptaron el mensaje con convicción profunda, "saliendo" finalmente de la Iglesia Metodista en 1843.

A la edad de nueve años, Ellen se vio envuelta en un serio accidente que, dijo ella, afectó su vida entera.
 

"En compañía de mi hermana gemela y una de mis compañeras de clases, iba cruzando un área comunal en la ciudad de Portland, en el estado de Maine, cuando una chica como de 13 años de edad comenzó a seguirnos, amenazando con pegarnos ... Íbamos corriendo a casa, pero la chica nos siguió rápidamente, con una piedra en la mano. Me volví para ver a qué distancia iba detrás de mí y, al volverme, la piedra me dio en la nariz. Experimenté una sensación enceguecedora y como de aturdimiento, y caí sin sentido. Cuando recobré el conocimiento, me encontré en la tienda de un comerciante; tenía la ropa cubierta por la sangre que manaba de mi nariz, y había un largo arroyuelo de sangre en el piso. Un amable desconocido ofreció llevarme a casa en su carruaje. Yo no sabía cuán débil estaba, y le dije que mancharía mucho su carruaje con mi sangre, y que yo podía caminar hasta mi casa. Sólo había caminado algunos pasos, cuando sentí vértigo y que me iba a desmayar. Mi hermana gemela y mi compañera de clases me llevaron a casa. No recuerdo nada de lo que pasó por un tiempo después del accidente. Mi madre dice que yo no me daba cuenta de nada, sino que permanecí en un estado de estupidez por tres semanas. ... Al recobrar el conocimiento, me pareció que había estado dormida.... No era consciente del accidente, y no sabía la causa de mi enfermedad.... Me sorprendí del cambio en mi aspecto. Cada uno de los rasgos de mi rostro parecía haber cambiado.... Se notó que los huesos de mi nariz estaban rotos." (2)
Ellen dice que su padre estaba en Georgia cuando ocurrió el accidente, y que cuando él finalmente regresó a casa, no reconoció a su hija. Aparentemente, los médicos que la atendían consideraron la posibilidad de reparar los huesos rotos con alambres de plata. De acuerdo con Ellen, sin embargo, decidieron no hacerlo porque su recuperación era improbable. Posiblemente, los médicos intentaron alinear manualmente los huesos rotos, pero no parece haber registro de esto. Después de recobrar el conocimiento, Ellen fue confinada a su cama por muchas semanas y "quedó reducida casi a un esqueleto." (3) Durante dos años, le fue imposible respirar por la nariz.

Resumiendo los hechos esenciales de la herida de Ellen desde el punto de vista médico, encontramos lo siguiente:

1.  A la edad de nueve años, Ellen recibió una herida directa, causada por un proyectil, en el área nasal del rostro, y cayó al suelo.
2.  Inmediatamente quedó inconsciente.
3.  Hubo una hemorragia profusa y prolongada, y ella fue llevada a una tienda cercana.
4.  Después de un breve intervalo consciente, ella perdió el conocimiento otra vez; esto duró como tres semanas.
5.  Cuando recobró el conocimiento, no recordaba lo que había sucedido.
6.  Ella notó que su rostro había quedado marcadamente deformado en ese tiempo.
7.  Después de recobrar el conocimiento, fue confinada a su cama durante "muchas semanas" y quedó reducida "casi a un esqueleto."
El área de la cabeza en que Ellen recibió el impacto de la piedra lanzada por la muchacha de 13 años de edad contribuyó significativamente a la severidad de la herida producida. La piedra golpeó a Ellen en la nariz al volver ella su cabeza para ver a qué distancia iba la muchacha que las perseguía, y Ellen cayó inconsciente al suelo. Girgis ha observado que el lóbulo temporal es particularmente vulnerable a lesiones a causa de su posición baja en el cráneo detrás de la órbita del ojo. Allí el hueso del cráneo está en su parte más delgada y las heridas punzantes requieren relativamente poca fuerza para penetrar el cerebro. Landolt y de Jong también han hecho notar la fragilidad y vulnerabilidad del área temporal del cráneo, y que ésta es una de las razones por las cuales la epilepsia del lóbulo temporal es muy común. (4)

Cuando ocurre una herida en la cabeza, hay primero el peligro de que el objeto en movimiento (una piedra, en el caso de Ellen) dañe la piel que recubre la cabeza y las estructuras inmediatamente debajo de ella, tales como vasos sanguíneos, nervios, y el hueso subyacente. Lo que sigue a esto es el efecto del impacto sobre el cerebro mismo, que algunas veces incluye acción destructora directa si hay fractura o hematoma.

En una así llamada herida cerrada en la cabeza, (como la que Ellen aparentemente sufrió), la fuerza o impacto del objeto volante, debido a su efecto acelerador (una sacudida), lanza al cerebro contra el lado opuesto del cráneo, causando una lesión difusa en el cerebro. La cabeza de una persona, que es lanzada desde un vehículo que se mueve a gran velocidad y que se estrella contra el tronco de un árbol, estaría sujeta a la misma herida al cerebro causada por la aceleración y la desaceleración. En ambos casos, el daño resultante sería o leve o severo, dependiendo de la fuerza del impacto. En la vida civil, la mayoría de las heridas en la cabeza  resultan de esta clase de heridas cerradas en la cabeza.

El largo período de inconsciencia que siguió a la herida en la cabeza de Ellen, y su posterior amnesia en relación con el accidente, indican la gravedad de la lesión en el cerebro, y explican los resultados retardados del accidente. No es común que una herida en la cabeza produzca coma o inconsciencia que dure unas tres semanas. Esto generalmente sugiere una severa lesión cerebral. En un informe de 105 niños que sufrieron heridas en el cráneo seguidas por un período de inconsciencia, sólo en cuatro pacientes duró este estado más de 24 horas.

Sin embargo, pacientes que han sufrido heridas en la cabeza han permanecido inconscientes por tres semanas y todavía sobrevivieron; pero en tales casos hay casi siempre serios efectos secundarios. Pueden pasar semanas antes de que se inicie la recuperación en estos pacientes, y la mejoría es lenta, como sucedió en el caso de Ellen. Esto está asociado con un período de confusión y uno de pérdida variable de la memoria en relación con lo que ocurrió - un período de amnesia. Esta amnesia puede ser permanente, o puede mejorar poco a poco hasta un grado variable. Una pérdida de la memoria por un período mayor de doce horas después del accidente es seguida frecuentemente por el desarrollo de la epilepsia. Se pueden producir ataques epilépticos poco después del accidente, o puede que la epilepsia no se manifieste por muchos años, a veces hasta veinte años más tarde. Si la herida en la cabeza ocurre en un niño, el intervalo de tiempo antes de que la epilepsia se manifieste probablemente será más largo; mientras más largo es el intervalo, más probable será que la epilepsia persista. Russell considera la amnesia post-traumática que dure más de unos pocos días como el resultado de daño cerebral severo, incluyendo el posible desgarramiento y la posible torsión de los tractos fibrosos en el cerebro. (5)

Cyril B. Courville, en aquel entonces profesor de enfermedades nerviosas en la Universidad de Loma Linda, y prominente autoridad en heridas en la cabeza, escribió lo siguiente en 1944 en relación con algumos efectos de las heridas en la cabeza:

"...la inconsciencia debida a la aplicación de fuerza a la cabeza puede persistir durante un intervalo variable, y cuando no se complica, es una indicación bastante fiable del grado de fuerza que produjo la reacción.... El cuadro clínico del coma original de corta duración que sigue a la herida en la cabeza con un consiguiente intervalo lúcido (o semilúcido), y luego una recaída en el coma, todavía es pasado por alto demasiado a menudo. Es esencial saber que el período original de coma es el resultado de la "conmoción." El paciente se recupera de su experiencia más o menos completamente porque la herida causante no es generalmente severa (excepción: contusión general del lóbulo temporal, en cuyo caso hay sólo recuperación parcial del coma profundo). La recaída en el coma es causada por la creciente presión intracraneal debida a una acumulación de coágulos sanguíneos intracerebrales fuera y por debajo de la duramadre, al edema del lóbulo temporal, la acumulación progresiva de fluido cerebroespinal por debajo de la duramadre, o al progresivo suavizamiento (e hinchazón) del cerebro a partir de una trombosis arterial." (6)
Courville dijo más tarde que "la duración del período de inconsciencia es un indicador razonable de la severidad de la contusión." Especificó que la inconsciencia por un período de más de seis horas sugiere la posibilidad de que estén presentes "lesiones generalizadas en el cerebro, así como fracturas del cráneo." Tales pacientes pueden sobrevivir o morir, dependiendo de la severidad de estos síntomas asociados." (7, 8).

Courville también ha señalado que una lesión en el lóbulo temporal es la causa esencial de la epilepsia psicomotora (un tipo de epilepsia del lóbulo temporal). (9) En una serie de cincuenta y cuatro casos de epilepsia psicomotora, encontró que en el 37 por ciento (veinte casos), la herida era la causa más probable. (10) Después de la recuperación de una inconsciencia prolongada, generalmente sólo hay una lenta mejoría de la amnesia (pérdida de la memoria), y sólo un tercio de los pacientes experimentan una recuperación completa. (11, 12).

En 1975, Jennett dijo que "la pérdida del conocimiento, o hasta una breve amnesia después de una herida, siempre implica daño cerebral.... Pero la severidad del daño cerebral difuso... se juzga mejor por la duración de la amnesia post-traumática." En una serie de 800 casos de heridas en la cabeza estudiadas por Jennett, como el 40 por ciento de los que experimentaron una amnesia post-traumática de 24 horas o más, desarrollaron epilepsia posterior. (13) Si Jennett llegó a la conclusión de que hay un 40 por ciento de probabilidades de que un paciente desarrolle epilepsia después de que una herida en la cabeza resulte en una inconsciencia de 24 horas o más, ¡cuánto mayor serán las probabilidades de que Ellen desarrollara epilepsia puesto que ella estuvo inconsciente por tres semanas y amnésica durante todo el incidente!

Basado en el estudio de resultados posteriores de heridas en la cabeza en las fuerzas armadas, Caveness resumió sus hallazgos como sigue:

"El síndrome post-traumático, las secuelas [resultado] más comunes que se desarrollan a partir del trauma craneocerebral, se caracterizan generalmente por las siguientes dolencias: dolor de cabeza, vértigo y mareos, nerviosismo, irritabilidad, memoria deteriorada, incapacidad para concentrarse, fatiga excesiva, dificultad para dormir... Otros atributos incluyen una sensación de malestar y disminución de la capacidad para ganarse la vida."
De un grupo de 574 pacientes que sufrieron heridas en la cabeza, el 46 por ciento desarrollaron ataques epilépticos. (14) La memoria disminuída, el nerviosismo, la incapacidad para concentrarse, y la fatiga excesiva fueron todos síntomas que Ellen White tuvo por varios años después de su herida en la cabeza. De todos los ataques en adultos que incluyen "automatismo de la conducta, desórdenes de la personalidad y el pensamiento, y disturbios visuales," más del 50 por ciento se deben quizás a que el lóbulo temporal ha sido afectado." (16)

En otro estudio de 481 casos de la así llamada epilepsia después de heridas en la cabeza, Jennett encontró que la epilepsia del lóbulo temporal se desarrolló en 90 casos. Averiguó que el 53 por ciento de los pacientes sufrían de uno a seis ataques cada año, pero que el 18 por ciento tenían más de uno por mes. (17)

La epilepsia, como entidad, ha sido reconocida hasta cierto grado desde los días del antiguo Egipto, pero no fue sino con Hipócrates (400 A.C.) y Galeno (+ 175 D. C.) que comenzó a acumularse algún conocimiento organizado de esta enfermedad.

Durante el siglo diecinueve, se diferenció gradualmente entre varias clases de epilepsia, más allá de los tipos severo [grand mal] y benigno [petit mal], y estos análisis comparativos han continuado. Fue Hughlings Jackson en Inglaterra quien en 1888 informó de unos cincuenta casos de epilepsia que tenían, como parte de su complejo de síntomas, un "estado de ensueño" o "aura intelectual" que precedía a ataques generalizados, o que ocurrían sin un ataque pleno. (18)

Durante el resto del siglo diecinueve, hubo un sostenido pero lento aumento en el conocimiento de lesiones cerebrales y la resultante epilepsia. Durante las dos guerras mundiales, ocurrió un gran número de lesiones cerebrales y en la cabeza. Fue posible seguir de cerca a muchos de los heridos por cierto número de años, aumentando grandemente el conocimiento sobre los efectos posteriores o retardados de estas lesiones. De los casos en los cuales se sufrieron heridas a la cabeza por proyectiles (en ambas guerras mundiales y en la guerra de Korea), más de un tercio de las víctimas desarrollaron epilepsia. Muchas lesiones en la cabeza que fueron seguidas por ataques epilépticos ahora resultan de accidentes industriales y de tráfico.

Con el desarrollo, en 1929, del electroencefalógrafo para registrar la actividad eléctrica del cerebro, la visualización mejorada por rayos X del cerebro y el cráneo (incluyendo la exploración por CAT [tomografía axial computarizada] para buscar variaciones en la estructura anatómica, la tomografía PET, que indica los cambios funcionales en áreas precisas, y, más recientemente, la obtención de imágenes por resonancia magnética [MRI], se estableció una base más firme para el estudio y la detección de funciones anormales y defectos del cerebro; resultando también en una comprensión progresivamente mejor de los varios tipos de epilepsia y otras disfunciones cerebrales.

Existen numerosas causas de la epilepsia, incluyendo predisposición hereditaria, lesiones durante el nacimiento, lesiones postnatales en la cabeza, meningitis y otras infecciones, tumores, anormalidades metabólicas, enfermedades vasculares, e intoxicación. El tipo más común de epilepsia es la epilepsia del lóbulo temporal, y la causa más común de ella es lesiones en la cabeza.

La Sintomatología Post-Traumática de Ellen G. White Después del Accidente
Después de que Ellen Harmon recobró el conocimiento, permaneció confinada en su cama por varias semanas. Había perdido mucho peso, probablemente por lo menos debido en parte a la dificultad para alimentarla durante su prolongado coma - siendo que en esa época no existía equipo de alimentación intravenosa. Sin embargo, los fluidos que se le ponían en la boca pueden haber sido tragados por acción refleja.

Mejoró muy lentamente, y "su salud parecía estar hecha añicos por completo." Más tarde, Ellen sólo pudo asistir a la escuela un poquito; y ella dice que "me era casi imposible estudiar y retener lo que había aprendido." Cuando asistió a la escuela, la mano le temblaba tanto que no podía progresar en su escritura; y cuando estudiaba, dice ella que "las letras del libro se me amontonaban, gruesas gotas de sudor me salían de la frente, y me mareaba y me ponía débil." Su maestro le aconsejó que dejara la escuela hasta que su salud mejorara, y así lo hizo ella. Tres años más tarde, cuando tenía doce años, intentó ir a la escuela otra vez, pero su salud le falló una vez más y se vio obligada a dejar la escuela de modo permanente. Esto la desanimó mucho. Escribió:

"Cuando consideré mis esperanzas fallidas, y el pensamiento de que sería una inválida de por vida, me resistí a aceptar mi suerte y a veces murmuraba contra la providencia de Dios, que de esta manera me afligía." (19)
En otra ocasión, dice: "Me parecía estar separada de toda oportunidad de alcanzar la felicidad terrena, y que estaba condenada a continuos desengaños y continua mortificación." (20)

Los síntomas experimentados por pacientes que se recuperan de una severa lesión en la cabeza incluyen dolores de cabeza, mareos, depresión, lentitud en el pensar, y disminución de la concentración y la memoria -- todos los cuales experimentó Ellen, según ella misma cuenta. Ounsted, en su estudio de la epilepsia del lóbulo temporal en los niños, llegó a la conclusión de que "las dificultades sociales y escolares están muy extendidas entre los epilépticos de lóbulo temporal, aunque esté presente una inteligencia normal... Las dificultades sociales y escolares de niños con epilepsia del lóbulo temporal son mayores de lo que comúnmente se piensa." (21)

James White dijo que, en la época de la primera visión de Ellen, "su condición nerviosa era tal que no podía escribir, y dependía de alguien sentado cerca de ella en la mesa hasta para que le vertiera su bebida de la taza al platillo." (22)

Casi cincuenta años más tarde, reflexionando en el Review and Herald (Noviembre 25, 1884) sobre los efectos de su accidente, Ellen escribió:

"Visité ... el lugar donde había sufrido el accidente que me había convertido en inválida de por vida. Esta desgracia, que por un tiempo me pareció tan amarga y tan difícil de sobrellevar, ha demostrado ser una bendición disfrazada. El cruel golpe que frustró los goces terrenos fue el medio para que yo volviera mis ojos al cielo."
En 1841, Ellen asistió a una serie de conferencias dictadas por William Miller, pero ella sintió que no estaba lista para ser aceptada por Dios a causa de una falta de santificación. Ellen dice que ella "cayó en un estado de melancolía, que aumentó hasta convertirse en desesperación." (23) Permaneció en este estado por tres semanas, y, en completa desesperación, solía caer sobre su rostro:
"Pensé que la suerte del pecador condenado sería la mía.... Muchas veces deseé no haber nacido. Una completa oscuridad descendió sobre mí y no parecía haber salida de las sombras... Desde entonces, he pensado que muchos pacientes de asilos para locos fueron llevados allí por experiencias similares a la mía." (24)
En ese tiempo, y en ese estado de ánimo, Ellen tuvo un sueño significativo, que fue probablemente la primera de sus muchas experiencias visionarias. En este sueño, ella vio un templo sostenido por una gran columna a la cual estaba atado un cordero sangrante. El temor sobrecogió a Ellen mientras estaba cerca del cordero, y tuvo una sensación de vergüenza cuando vio que debía confesar sus pecados delante de los que ya lo habían hecho, y que parecían felices y esperando algún evento gozoso. Entonces sonó una trompeta, el edificio se estremeció, y los santos lanzaron un grito de triunfo. El templo brilló con intensidad impresionante, seguida por una terrible oscuridad en la cual Ellen se encontró sola. Ella escribió: "El horror de mi mente no podría describirse. Me desperté, y pasó algún tiempo antes de que lograra convencerme de que aquello no era real. Ciertamente, pensé, mi suerte está echada." (25)

Poco después, tuvo otro sueño en el cual ella pensó que estaba sentada en profunda desesperación cuando "una persona de hermosa forma y semblante" le preguntó si deseaba ver a Jesús y que, si era así, lo siguiera. Fue conducida a una escalera empinada y se le dijo que mantuviera los ojos fijos mirando hacia arriba, porque si miraba hacia abajo, se marearía y se caería. Vio que, efectivamente, algunos habían caído a cada lado del camino. Entonces vio a Jesús, y "trató de protegerse de su penetrante mirada." Pero Jesús puso su mano sobre la cabeza de ella y le dijo: "No temas." Ellen cayó postrada a Sus pies y vio escenas de gloria y belleza, mientras Jesús le sonreía. Luego, el guía la trajo de vuelta a las escaleras, dándole un cordón verde con el cual ella entraría en contacto con Jesús cuando así lo deseara." (26)

Ciertos rsagos de esta visión sugieren que puede haber sido un ataque en el lóbulo temporal. Primero, hay que recordar las circunstancias. Ellen estaba desanimada, sintiendo que no estaba lista para ser aceptada por Cristo por su falta de santificación, y en profunda desesperación. Su sueño probablemente fue condicionado por su estado emocional y los problemas específicos que la preocupaban. En el sueño, sintió temor cuando se acercó al cordero, y más tarde vio la impresionante brillantez y luego la terrible oscuridad que siguió, en la cual ella estaba sola. Todo esto (temor, luz brillante, y oscuridad) se experimentan frecuentemente durante ataques al lóbulo temporal, como ocurre en muchas de las visiones de Ellen. (27)

En su segundo sueño registrado (1842), se le dijo que mantuviera los ojos mirando fijamente hacia arriba. Jesús la contempló con una mirada penetrante, y luego le dijo: "No temas." Aparentemente, el temor era parte de su experiencia también, y sus ojos estaban fijos mirando hacia arriba - siendo ambos factores típicos durante los ataques epilépticos al lóbulo temporal. (28)

Hay obvias similitudes entre este sueño y la visión mucho más prolongada que ella experimentó en diciembre de 1844. Poco después de su segundo sueño (mencionado en el párrafo anterior), Ellen tuvo otra experiencia mientras participaba en una reunión de oración:

"Mientras oraba... quedé excluída de todo, excepto de Jesús y su gloria, y no supe nada de lo que estaba pasando a mi alrededor. Permanecí en este estado largo tiempo, y cuando me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor, todo me pareció glorioso y nuevo, como si todo estuviera sonriente y alabando a Dios."
En el relato de Primeros Escritos, ella añadió: "Oleada tras oleada de gloria pasaba sobre mí, hasta que mi cuerpo se puso rígido." (29) Esta parece ser su tercera experiencia visionaria registrada. Ellen participó en el chasco de los Adventistas Milleristas, cuando Jesús no regresó en la primavera de 1843, y en la aún mayor desilusión del 22 de Octubre de 1844, cuando Jesús nuevamente no apareció.

Fue en Diciembre de 1844 cuando Ellen experimentó una visión mientras estaba de rodillas orando junto con otras cuatro mujeres en la casa de un amigo. En esta visión, ella vio el viaje de los 144,000 santos sobre un camino estrecho y sinuoso: Algunos cayeron hacia el oscuro y malvado mundo que estaba debajo. Luego siguió una afirmación que ha causado considerable controversia en la iglesia:

"Era tan imposible para ellos regresar al camino nuevamente e ir a la ciudad, como para todo el mundo impío que Dios había rechazado. Cayeron uno tras otro a los lados del camino, hasta que oímos la voz de Dios como el estruendo de muchas aguas, que nos anunciaba el día y la hora de la venida de Jesús."
Junto con la mayoría de los miembros del pequeño grupo que más tarde formaría la Iglesia Adventista del Séptimo Día, ella creyó, por años después del 22 de Octubre de 1844, que el tiempo de oportunidad se había cerrado. (30)

Una semana más tarde, Ellen experimentó otra visión en la cual ella vio las pruebas y la oposición a través de las cuales ella pasaría en su obra de relatar sus visiones a otros. Después de esto, nuevamente entró en un período de desolación porque no tenía los medios para sostenerse en este ministerio; ella "ansiaba la muerte."

Durante una sesión de oración con amigos en la casa paterna, ella súbitamente sintió como si una bola de fuego se hubiese estrellado sobre su corazón; cayó al suelo y oyó a un ser santo decir: "Haz saber a los demás lo que te he revelado."(31) Después de esto, Ellen Harmon fue fiel a la visión y se volvió más y más activa hablando a pequeños grupos de los que habían creído en el mensaje de la pronta venida de Cristo por segunda vez. El 30 de Agosto de 1846, se casó con el Anciano James White, con el cual comenzó a trabajar en favor de los dispersos grupos Adventistas. Escribir, publicar, y viajar se convirtieron en una forma de vida para los White.

Ellen continuó teniendo muchas de las así llamadas "visiones abiertas" mientras estaba despierta, entre 1844 y 1884; después, ella tuvo principalmente sueños proféticos, o visiones en la noche, hasta su muerte el 3 de Marzo de 1915. Por supuesto, es imposible obtener una descripción exacta del número total de experiencias visionarias que Ellen tuvo, pero James White aseguraba que, para 1868, ella había experimentado entre 100 y 200 visiones. (32) Entre 1868 y 1884, hay listadas como ochenta visiones adicionales; y casi sesenta sueños proféticos después de 1884 están enumerados en el Indice General de los Escritos de Ellen G. White, además de cuarenta y ocho que están clasificados como sin fecha segura. Arthur White ha dicho que "no se ha conservado ningún registro completo de todas las visiones que Ellen Harmon recibió en las semanas y meses que siguieron a la primera revelación. Documentos contemporáneos indican que las revelaciones de aquellos primeros tiempos eran frecuentes. (33) Basándonos en todo esto, parece que Ellen tuvo al menos 400 experiencias visionarias, y quizás muchas más, durante toda su vida.

¿Cómo se persuadió Ellen Harmon de que las experiencias visionarias y sueños que ella había tenido venían directamente de Dios? Primero, probablemente, era la naturaleza de lo que vio - escenas en el cielo en las cuales ella habló con ángeles, habló con Cristo, y vio a Dios. Ella creyó que estaba recibiendo importantes mensajes y advertencias del cielo. Quizás más crucial al comienzo fue la influencia de los que estaban cerca de ella, que creyeron que sus experiencias y trances eran obra de Dios. Después de su segundo sueño en 1841, ella le confió a su madre las luchas por las que estaba pasando. Su madre simpatizó con ella y la animó a visitar al Anciano Stockman. Ellen cuenta:

"Después de escuchar mi relato, puso sus manos afectuosamente sobre mi cabeza, diciendo con lágrimas en los ojos: 'Ellen, eres sólo una niña. La tuya es una experiencia de lo más singular para alguien de tu tierna edad. Jesús debe estar preparándote para alguna obra especial.'" (34)
La primera oración en público de Ellen fue una experiencia tan emotiva para ella que perdió la noción de lo que sucedía a su alrededor.
"Cuando caí al suelo, algunos de los presentes se alarmaron mucho y estuvieron a punto de salir corriendo en busca de un médico, pensando que algún súbito y peligroso malestar me había atacado; pero mi madre les dijo que me dejaran sola, porque era claro para ella y para los otros experimentados cristianos que era el poder maravilloso de Dios lo que me había postrado." (35)
Ellen estaba profundamente impresionada por la excitación religiosa y emocional de su congregación Metodista local, incluyendo los trances y los desmayos. (36) En James White y Joseph Bates, ella también encontró apoyo para su creencia en el origen divino de sus visiones. (37) A mediados del siglo diecinueve, hubo otros en la comunidad de la fe Adventista que aseguraban, o se reconocía que tenían, visiones de Dios. Ellen menciona cierto número de ellos en sus bosquejos autobiográficos. (38)

No hay duda de que Ellen White afirmaba, y sin duda llegó a creer firmemente, que ella recibía visiones y mensajes directamente de Dios. Hoy día, puede que uno se pregunte por qué Ellen White fue tan fácilmente aceptada por otros como profetisa. Durante ese período de la historia, los profetas y las profetisas eran bastante comunes tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. En esta época, Joseph Smith fue aceptado como profeta, y los misioneros mormones aseguraban que su iglesia tenía "el espíritu de profecía." Mary Baker Eddy, también contemporánea de Ellen White, llegó a ser la fundadora y la dirigente espiritual de los Cientistas Cristianos. Billington ha señalado que, entre 1830 y 1850, "las predicadoras eran populares. Las visiones y los trances se aceptaban con facilidad." (39

Arthur White, nieto de Ellen, está de acuerdo en que las manifestaciones físicas de las experiencias visionarias de Ellen - inusuales e inexplicables como eran para esa generación - contribuyeron a su aceptación como de origen sobrenatural. "La manera misma en que se dieron las visiones constituía fuerte evidencia, entre muchas, que decidió el asunto en las mentes de la mayoría de los testigos." (40)

Hubo un período al comienzo del ministerio de Ellen White en el cual su aceptación casi unánime era de naturaleza bastante probatoria. Ella ciertamente no era vista como autoridad. En 1851, James White escribió en el Review and Herald (21 de Abril de 1851):

"Por lo tanto, todo cristiano tiene el deber de considerar la Biblia como la perfecta regla de fe y conducta... No está en libertad de volverse de ellas [las Escrituras] para aprender cuál es su deber por medio de alguno de los dones. Decimos que, en el momento en que lo haga, pone los dones en el lugar erróneo, y asume una posición extremadamente peligrosa."
En el mismo número del Review, añadió:
"La Palabra de Dios es una roca eterna. En ella podemos apoyarnos con confianza en todo momento. Aunque el Señor dé sueños, dirigidos generalmente a los individuos que los tienen, para consolar, corregir, o instruir en pruebas o peligros extremos, el suponer que El se propone en general guiar en los deberes generales por medio de sueños, no está de acuerdo con las Escrituras, y es muy peligroso."
Cuatro años más tarde, James White escribió lo siguiente:
"Hay una clase de personas que están decididas a que la Review y sus dirigentes hagan de las visiones de la Sra. White una prueba de doctrina y  fidelidad... ¿Qué tiene que ver la Review con las visiones de la Sra. W.? Los pensamientos publicados en estas columnas son todos tomados de las Sagradas Escrituras. Ningún redactor de la Review se ha referido jamás a ellas [las visiones] como autoridad sobre ningún punto." (41)
Veintiocho años más tarde (en 1883), el Anciano G. I. Butler, en aquel entonces presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, escribió lo siguiente:
"Nuestros enemigos hacen un gran esfuerzo para hacer ver que nosotros consideramos a las visiones como prueba de fidelidad. Hacerlo sería de lo más absurdo e imposible, aun si quisiéramos. Con gente en todas partes del mundo abrazando nuestros puntos de vista, gente que nunca vio ni oyó hablar de la Hermana White, ¿cómo podríamos hacer de las visiones una prueba de fidelidad? ... Ellos afirman que hay muchos entre nosotros que no creen en las visiones. Esto es cierto; pero éstos están en nuestras iglesias y no son desfraternizados. Han asegurado... que los Ancianos Smith, Canright, y Gage no creen en las visiones; pero todos ellos son miembros de nuestras iglesias, dos de ellos tienen credenciales de ministros, y uno ocupa posiciones muy importantes... No, nosotros no hacemos de las visiones ninguna prueba, y nunca lo hemos hecho." (42)
Neal Wilson, el actual presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, expresó básicamente la misma actitud en una reciente entrevista. "Cuando llegamos al punto de si uno tiene que creer en Ellen White hasta uno u otro punto, o aceptar las visiones como reales, o simplemente la imaginación o la repetición de lo que alguna otra persona dijo - que uno tiene que creer que estas cosas eran visiones reales para ser Adventista del Séptimo Día o experimentar la salvación - esta iglesia nunca ha asumido esta posición. Ojalá que nunca lo haga. Haría gran violencia al don de Dios que le ha sido dado a la iglesia. Este don nunca fue dado para semejante propósito en absoluto." (43)

Con el correr del tiempo, Ellen White fue aceptada más y más en la Iglesia Adventista del Séptimo Día como una persona con autoridad, y su influencia vino a ser la de un profeta verdadero, aunque ella misma rehusaba describirse a sí misma como tal - prefiriendo el título "La Mensajera del Señor." Ella creía que su obra incluía "mucho más de lo que la palabra 'profeta' significa." (44)

Lo que ella realmente creía acerca de la importancia de, y la participación divina en, su obra queda claro a partir de las siguientes afirmaciones:

"Los Testimonios son del Espíritu de Dios, o del diablo. Al alinearos en combate contra los siervos de Dios, vosotros estáis haciendo la obra o de Dios o del diablo." (45)

 
"Si tratáis de hacer a un lado el consejo de Dios para adaptarlo a vosotros mismos, si disminuís la confianza del pueblo de Dios en los testimonios que El les ha enviado, os rebeláis contra Dios tan ciertamente como lo hicieron Coré, Datán, y Abiram.... En estas cartas que yo escribo, en los testimonios que yo doy, presento a vosotros lo que el Señor me ha presentado a mí. Yo no escribo ni un solo artículo en el periódico expresando meramente mis propias ideas. Ellas son lo que Dios ha abierto delante de mí en visión - preciosos rayos de luz que dimanan del trono. Esto es cierto concerniente a los artículos en nuestros periódicos y en los muchos tomos de mis libros." (46, 47)
¿Por qué llegó Ellen a estas conclusiones en relación con la naturaleza y la importancia de su obra? Quizás fue un proceso gradual, principalmente debido a la influencia y la presión de todos los que estaban alrededor de ella y que creían que sus experiencias visionarias tenían que ser de origen sobrenatural, divino. Este proceso se inició con sus primeros sueños y continuó hasta su última visión. Es bastante comprensible que Ellen se persuadiera por completo de que estos sueños y visiones eran todos revelaciones directas, divinas, de manera que ella pudo finalmente decir (y creer): "En tiempos antiguos, Dios habló a los hombres por la boca de los profetas y los apóstoles. En estos tiempos, El les habla por medio de los Testimonios de Su Espíritu." (48)

Sin embargo, en vida de Ellen, hubo algunos que pusieron en duda el origen divino de sus visiones. en 1847, James White publicó una carta de "un amado hermano" en relación con las visiones de Ellen.

"No puedo aceptar las visiones de la hermana White como si fueran de inspiración divina, como Ud. y ella creen que son. Pero no sospecho ni la más mínima sombra de deshonestidad en ninguno de Uds. dos en este asunto... Creo que lo que ella y Ud. consideran visiones del Señor son sólo ensueños religiosos, en los cuales la imaginación de ella vuela sin control sobre temas en los cuales ella está profundamente interesada. Mientras está absorta en estos ensueños, ella pierde contacto con todo lo que ocurre a su alrededor. Los ensueños son de dos clases, los pecaminosos y los religiosos. Los de ella son de ésta última clase." (49)
Otros sugieren causas mentales o físicas. Ellen menciona el mesmerismo (una forma de hipnosis) como una de las causas o explicaciones que alguien alegó acerca de sus visiones. Hasta a ella misma se le ocurrió esta posibilidad. (50)

Otra explicación que se ha dado de sus visiones es la histeria, y esta sugerencia se repitió durante toda su vida. Es interesante notar que Ellen diagnosticó que uno de los miembros de su iglesia sufría de histeria. Ella escribió:

"Querida Hermana F., Ud. tiene una imaginación enferma... Ciertamente, Ud. no solamente se está haciendo daño a sí misma, sino que se lo está haciendo a otros miembros de su familia, y - especialmente a su madre... La mente de ella está siendo desequilibrada por los frecuentes ataques de histeria que se ve obligada a presenciar." (51)
Al principio, había compañeros de trabajo de Ellen y James que rechazaban el origen sobrenatural de las visiones de Ellen. Entre éstos se encontraba Isaac Wellcome, que fue bautizado por James White en 1844 y estaba activo en el Movimiento del Segundo Advenimiento. El escribió:
"Ellen G. Harmon... era extrañamente activa en cuerpo y mente...cayendo al piso ... (recordamos que la sostuvimos dos veces para evitar que cayera al piso)... en reuniones, ella hablaba con gran vehemencia y rapidez hasta que caía al suelo, cuando, como afirmaba, se le mostraban maravillosas visiones del cielo y lo que estaba ocurriendo allí. Ella afirmaba haber visto que Cristo había cesado en su oficio de mediación y asumido el de Juez, había cerrado la puerta de la misericordia, y estaba borrando nombres del libro de la vida... La vimos en Poland, Portland, Topsham, y Brunswick durante el comienzo de su carrera, y a menudo la oímos hablar, y varias veces la vimos caer, y la oímos relatar las maravillas que ella decía que su Padre celestial le permitía ver. Sus visiones sobrenaturales o anormales no fueron entendidas enseguida como visiones, sino como imágenes espirituales de cosas invisibles, que eran bastante comunes entre los Metodistas... Estas visiones no eran sino los ecos de las predicaciones del Anciano [Joseph] Turner y otros, y nosotros las consideramos como el producto de la sobreexcitada imaginación de su mente, y no como hechos." (52)
Jacob Brinkerhoff y su hermano W. H. Brinkerhoff (que fue ordenado por James White), eran activos en la obra de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el período de 1860-1865. Jacob escribió en 1884:
"La Sra. White tiene una gran reputación entre ellos como dirigente... en parte por su afirmación de que era divinamente inspirada. Poco después del chasco de 1844, ella tuvo lo que se llamó su primera visión. Aquéllos fueron tiempos de prueba para la fe del pueblo Adventista, sin duda; y ella era muy joven en aquel tiempo, y de muy precaria salud.... En la excitación del momento, y mientras su cuerpo estaba en esta débil condición, su mente parecía separarse de su cuerpo, y caer en trance, en el cual la mente continúa activa, y forma conceptos de opiniones preconcebidas, a causa de la excitación del momento o las circunstancias presentes. En ese tiempo la experiencia del pueblo Adventista era tema de interés entre ellos, y en las visiones o trances de ella, su mente avanzaba sobre el mismo tema como una consecuencia natural.... No nos sorprende que sus visiones fuesen consideradas, por ella y por los que estaban asociados con ella, como revelaciones del Señor. Tales fenómenos no ocurren a menudo en la naturaleza; y en un tiempo en el cual varios fanatismos se atribuían a la obra de Dios, no es sorprendente que esto ocurriera. Estando completamente absorta en sus visiones y experiencia religiosa, su mente, mientras continuaba en trance, funcionaba en la misma dirección mientras ella estaba en un estado insensible. Un trance es un estado de insensibilidad; catalepsia; éxtasis... Los que de algún modo están familiarizados con la historia de las visiones de la Sra. White han leído que una afirmación principal en favor de su inspiración divina es la de que ella es perfectamente insensible; pero esto sólo corrobora nuestra posición de que las visiones sólo se producen por un estado no saludable y no natural de su cuerpo y de su mente." (53)
Casi parece como si Brinkerhoff iba a llamar a esta condición epilepsia del lóbulo temporal. Pero  se detuvo justo antes de hacerlo; el término todavía no había sido acuñado. Poco después añade en su documento: "Pasan por alto el hecho de que ellas (las visiones) puede que no sean inspiradas ni por Dios ni por Satanás, sino que pueden ser solamente humanas, o de su propia mente, la cual posición adoptamos como verdadera en cuanto a la fuente."

En 1887, Dudley Canright atribuyó a su herida en la cabeza la causa de sus visiones:

"A la edad de nueve años, ella recibió un terrible golpe en el rostro, que le rompió la nariz y casi la mata. Estuvo inconsciente por tres semanas. Este impacto en su sistema nervioso era la verdadera causa de todas las visiones que tuvo después." (54)
En 1919, Canright específicamente sugirió la epilepsia como la causa. Es significativo que todos los diagnósticos sintomáticos aplicados durante su vida a sus experiencias visionarias están cubiertas por la en aquel entonces desconocida entidad de epilepsia del lóbulo temporal. (54)

El Dr. William Sadler, que conocía bien a Ellen White, escribió en 1912:

"No es raro que personas en trance cataléptico se imaginen que están viajando a otros mundos. De hecho, los relatos maravillosos de sus experiencias, que ellos describen después de que estos ataques catalépticos terminan, son tan singulares y maravillosos que sirven de base para fundar nuevas sectas, cultos, y religiones.... Es un interesante estudio en psicología notar que estos mediums en trance siempre ven visiones en armonía con sus creencias teológicas.... Tarde o temprano, casi todas estas víctimas de trances y catalepsia nerviosa llegan a creerse mensajeros de Dios y profetas del cielo; y sin duda la mayoría de ellos son sinceros en esta creencia. No entendiendo ni la fisiología ni la psicología de sus aflicciones, sinceramente llegan a considerar sus peculiares experiencias mentales como algo sobrenatural, mientras que sus seguidores creen ciegamente cualquier cosa que estas personas enseñan a causa del supuesto carácter divino de estas así llamadas revelaciones." (55)
En 1906, Sadler había escrito a Ellen una carta de nueve páginas como respuesta a una invitación de ella de que cualquiera que tuviera "perplejidades y cosas graves en su mente en relación con los testimonios que yo he transmitido, especifique cuáles son sus objeciones y críticas." (56) Arthur L. White ha publicado extractos de la larga carta de Sadler, enumerando las preguntas que Sadler hace.

Los doctores Gregory Holmes y Delbert Hodder presentaron un documento titulado "Ellen White y la Iglesia Adventista del Séptimo Día: ¿Visiones o Ataques Complejos Parciales?" en una reunión sobre neurología en Toronto en Mayo de 1981. El documento fue resumido en el Journal of Neurology como sigue:

"La Iglesia Adventista del Séptimo Día nació en el período que siguió al 'Gran Chasco' de 1844. La principal figura en la formación de esta prominente denominación protestante fue Ellen G. White. Sus escritos de 100,000 páginas sólo son superados por la Biblia en la determinación de doctrina eclesiástica para millones de miembros por todo el mundo. Ellen White fue considerada como 'Profeta de Dios', que recibió instrucciones y dirección por medio de visiones sobrenaturales, que continúan proporcionando evidencia, para la mayoría de los Adventistas, de su inspiración divina.

"A la edad de nueve años, Ellen White sufrió una severa herida en la cabeza. Después de que se recuperó, su personalidad cambió y ella se volvió introspectiva, extremadamente moralista, y religiosa, y se convirtió en una ávida  lectora y prolífica escritora. A la edad de 17 años, Ellen White tuvo su primer "ataque," que ella interpretó como una "visión." Las visiones se caracterizaban por auras ocasionales, un estado alterado de la conciencia con la mirada fija y los ojos en blanco, automatismos generales, repeticiones en el hablar, alucinaciones visuales y auditivas, y letargo y amnesia post-visión en cuanto a los eventos que ocurrían durante la visión.

"Basados en la historia del trauma en la cabeza, los cambios de personalidad, y las descripciones de las visiones, sugerimos que Ellen White sufría de ataques complejos parciales." (57)

También, un informe sobre el documento fue publicado en el Toronto Star el 23 de Mayo de 1981, y se publicó una versión por Hodder en Evangelica en Noviembre de 1981.

Los ataques complejos parciales son típicos de una forma de epilepsia, que afecta al sistema límbico del cerebro, incluyendo los lóbulos temporales. Hubo un tiempo en que la mayoría de la gente creía que la epilepsia significaba espasmos musculares y convulsiones con probable espuma en la boca y mordedura de la lengua. Esta clase de epilepsia ciertamente ocurre, pero también hay otros tipos de epilepsia. Todas las formas de epilepsia se deben a una disfunción de las células nerviosas del cerebro. Esta disfunción puede causar reacciones anormales en la actividad muscular an grandes áreas del cuerpo, pero hay muchos otros sistemas y funciones que pueden ser afectados, especialmente en la epilepsia de lóbulo temporal. Éstas incluyen las funciones endocrinas, el pulso, la respiración, la conciencia, los pensamientos, la memoria, los sueños, el habla, la escritura, el estado de ánimo, la conducta, el temperamento, la sexualidad, y otras.

Los síntomas específicos que manifieste un paciente epiléptico dependen de la ubicación de las neuronas dañadas (incluyendo en qué mitad del cerebro se encuentran), la severidad y la extensión del daño a las células nerviosas afectadas, y cuáles otras neuronas distantes son influídas por la disfunción del foco primario en el cerebro. Los síntomas resultantes de la lesión cerebral original pueden no ser evidentes por muchos años. (58) Esta demora puede deberse a los efectos finales del proceso prolongado de los cambios en los tejidos, que siguen a la lesión cerebral. Courville (59) cita a Earl y otros, informando que en el 31.2 por ciento de los casos clínicos de epilepsia psicomotora hubo una historia de lesión craneocerebral postnasal. Gomes (60), que analizó 3,636 casos de epilepsia de lóbulo temporal, pudo determinar la etiología [causa] en el 64 por ciento de los pacientes. De éstos, la lesión fue la causa en el 38 por ciento de los casos.

Los ataques epilépticos ocurren periódicamente, pero su frecuencia puede variar grandemente. También, los ataques pueden ser precipitados por factores internos y externos, tales como la ansiedad, la depresión, la fatiga, y el sueño; en algunos tipos de epilepsia, es posible que los pacientes desencadenen un ataque mediante la hiperventilación (intencional o durante el stress), parpadeando frente a luces brillantes, escuchando un súbito ruido fuerte, aplicando presión sobre las arterias carótidas en el cuello, y en algunos individuos, hasta leyendo. Algunos pacientes pueden tener una premonición de que viene un ataque, y a veces es posible que un paciente haga abortar el ataque. Ellen pudo resistir la llegada de una visión por lo menos una vez y no pudo hablar después de esto por casi veinticuatro horas. (61)

Ellen no era consciente de lo que la rodeaba durante una visión y más tarde no recordaba lo que había tenido lugar a su alrededor durante la visión; pero podía recordar lo que había visto y experimentado en la visión misma. Esto es típico de un ataque complejo parcial en la epilepsia de lóbulo temporal.

Se afirmaba que Ellen no respiraba durante sus visiones, pero que nunca se ponía cianótica. (Pero con frecuencia hablaba mientras estaba en visión - una actividad para la cual necesitaba aire.) En 1874, George I. Butler apoyó esto cuando dijo que su "rostro conserva su natural color, y la sangre circula como de costumbre." En los informes más detallados de las visiones de Ellen, se ha observado que, cuando ella salía de una visión, experimentaba "una profunda inhalación, seguida por otra después de como un minuto, y muy pronto la respiración normal se reanudaba." La respiración de Ellen puede haber sido casi imperceptible. A causa de la reducción en la respiración normal, no es extraño que algunos de los presentes llegaran a la conclusión de que Ellen no respiraba en absoluto. (62) Se ha informado, en relación con la epilepsia de lóbulo temporal, que la respiración puede en realidad ser detenida por breves períodos (apnea), y enlentada después. Entre los síntomas de ataques psicomotores, Lennox lista el hecho de que la respiración en estos pacientes puede variar de la hiperventilación a la apnea (ausencia de respiración). La ausencia total de respiración podía continuar sólo por un tiempo muy corto, pero la respiración casi imperceptible podía durar por períodos largos. (63) A veces, este aparente "no respirar" durante las visiones se argumentó como prueba de que las visiones debían ser de origen sobrenatural.

El automatismo (acciones automáticas de las cuales el paciente no es consciente) es un síntoma común en la epilepsia de lóbulo temporal. Y Ellen manifestaba esto retorciendo sus manos; haciendo lentos y graciosos movimientos con los hombros, los brazos, y las manos; y caminando hacia adelante y hacia atrás mientras estaba en visión. Esta manifestación peripatética parece significativa puesto que las más notables hazañas de automatismo en  epilépticos de lóbulo temporal ocurren en esta área.

En 1888, Hughlings Jackson informó de 50 casos de epilepsia que manifestaron una aura o estado de ensueño, incluyendo algunos más bien extremos ejemplos de automatismo. Estos le ocurrieron a un médico que era paciente de Jackson, que en una de sus experiencias, viajaba en un tren urbano e iba a bajarse en la cuarta estación. Recordaba haber pasado la segunda estación, pero lo siguiente que supo era que estaba de pie en la entrada a su casa, buscando la llave de la puerta. Se había bajado del tren en la estación correcta, entregado su boleto en la entrada, caminado media milla, y cruzado varias calles hasta su casa - y no recordaba ninguna de estas cosas. Había sido una conducta automática que no recordaba. (64) Es interesante que otro de los pacientes de Jackson se refiriera a sus experiencias de ataques como "visiones." Los sonámbulos pueden abrir puertas y subir escaleras con seguridad pero no recuerdan sus acciones; esto es automatismo.

¿Qué observaron en realidad los que estuvieron presentes durante las visiones de Ellen? Por fortuna, hay disponible cierto número de informes bastante detallados de algunos de los que estaban presentes cuando Ellen tenía una de sus experiencias visionarias, incluyendo a James White y J. N. Loughborough, que afirmaban haberla visto en visión como cincuenta veces. Arthur L. White nos ha proporcionado un resumen completo de los relatos de estos testigos presenciales.

 1.   Inmediatamente antes de una visión, tanto la Sra. White como otros en la habitación tenían una profunda sensación de la presencia de Dios.
 2.   Después de que la visión comenzaba, la Sra. White lanzaba una exclamación de ¡Gloria! o ¡Gloria a Dios!, que a veces se repetía.
 3.   Había pérdida de fuerza física.
 4.   Una fuerza sobrenatural era entonces evidente.
 5.   No había respiración, pero el corazón continuaba latiendo normalmente, y el color de las mejillas era natural. Las pruebas más críticas no pudieron revelar ninguna alteración en el sistema circulatorio.
 6.   A veces había exclamaciones que indicaban la escena que se estaba presentando.
 7.   Los ojos estaban abiertos, no con una mirada vacía, sino como si estuviesen mirando algo atentamente.
 8.   La posición podía variar. A veces ella estaba sentada; a veces, reclinada; a veces caminaba por la habitación y hacía graciosos gestos mientras hablaba de las cosas presentadas.
 9.   Había absoluta inconsciencia de lo que ocurría alrededor de ella. No veía, ni oía, ni sentía, ni percibía de manera alguna los alrededores o lo que sucedía.
10.  La terminación de la visión era indicada por una profunda inhalación, seguida por otra después como de un minuto, y muy pronto la respiración normal se reanudaba.
11.  Inmediatamente después de la visión, todo parecía muy oscuro.
12.  Después de un tiempo muy corto, se recobraban las fuerzas y las facultades. (65, 66)
Loughborough también informa sobre una visión en 1846 que Ellen Harmon experimentó en presencia de Joseph Bates. En esta visión, ella habló de lo que parecían ser planetas. Loughborough cita a la Sra. Truesdale, que estaba presente en la reunión:
"Pronto notamos que ella era insensible a las cosas terrenales....Después de contar en voz alta las lunas de Júpiter, y poco después las de Saturno, hizo una hermosa descripción de los anillos de éste último. Luego dijo: "Los habitantes son personas altas, majestuosas, bien diferentes de los habitantes de la tierra. El pecado nunca ha entrado allí." (67)
En Primeros Escritos, Ellen también informa sobre su visión planetaria, en la cual vio a Enoc entre los habitantes de uno de los planetas. (68)

Comentando posteriormentelo que Ellen White decía que había experimentado en su primera visión, Arthur White añade una clara descripción de las características esenciales de su experiencia, y las resume como sigue:

"Es claro que a ella le parecía estar viendo, sintiendo, oyendo, obedeciendo, y actuando, empleando sus facultades ordinarias, cuando en realidad no lo estaba; pero era de esta manera vívida, aparentemente por medio de la utilización de los órganos normales de los sentidos, que las verdades y la información eran impresionadas sobre su mente. Ella contó o escribió esto más tarde con sus propias palabras." (69, 70)
Cuando los registros existentes de los detalles de las visiones de Ellen G. White se comparan con los síntomas de los ataques complejos parciales en la epilepsia de lóbulo temporal, se descubre una notable similitud. Daly (71) menciona que "los ataques parciales complejos consisten de una alteración del contenido del consciente....las alucinaciones de los ataques parciales complejos se 'forman', en el sentido de que constituyen una experiencia sensorial reconocible y plenamente desarrollada que, en casos raros, puede, de hecho, ser la memoria de una experiencia real. Un punto importante en la naturaleza de este contenido alterado del consciente es que constituye una intrusión sobre la corriente fluida de la realidad del paciente... No importa cuán vívida, compleja, o 'real' sea la experiencia ictal [ataque], el paciente la reconoce como una experiencia impuesta sobre él. Su consciente está 'dividido,' y él todavía puede continuar siendo el observador objetivo, el espectador que presencia estos curiosos eventos."

La experiencia del ataque se inicia generalmente con un así llamado síntoma, o aura, que a menudo envuelve sensaciones epigástricas u otras manifestaciones automáticas. Puede haber una sensación de temor o la alucinación de oler algo, que Ellen experimentó cierto número de veces como el olor a rosas, o simplemente "flores." Ella olía la fragancia de violetas, y en otra ocasión ella estaba "recogiendo las flores y disfrutando de su fragancia." (72) En otra ocasión, "ella se arrodilló al lado de la cama, y antes de que se hubiera ofrecido la primera palabra de petición, sintió que la habitación se había llenado con la fragancia de rosas. Levantando la vista para ver de dónde venía la fragancia, vio la habitación inundada de una luz suave y plateada." (73)

Arthur White, describiendo una experiencia visionaria de Ellen en 1901en la cual había "una dulce fragancia, como de hermosas flores,"añadió: "Ella sabía lo que significaba." Aparentemente, era parte frecuente de las visiones de Ellen el notar esta fragancia. Ella también veía a menudo una luz brillante al comienzo de sus visiones, una luz que inundaba la habitación, o aparecía en varias intensidades, colores, y formas. Ver luces brillantes y varios colores es muy común en los ataques complejos parciales de los epilépticos. Ellen ha dicho:

"Bien, mientras estaba orando y haciendo mis peticiones, había, como la ha habido cien veces o más, una suave luz que se movía alrededor de la habitación, y una fragancia como de flores, de un hermoso olor a flores." (74)
Si uno toma en serio la afirmación "cien veces o más," la luz que se movía en círculos y la fragancia de flores deben haber estado presentes en casi todas las visiones. La alucinación de música (también asociada con la luz brillante) estaba presente en las experiencias de Ellen, (75) como también se encuentra en los ataques de epilepsia de lóbulo temporal.

El evento principal en las visiones de Ellen es también comparable con lo que ocurre durante ataques complejos parciales, ya sean breves o prolongados. Williams ha resumido las características básicas de estos ataques como sigue:

"todo reconocimiento, por simple que sea, se basa en la memoria, como ocurre con todo movimiento, y hay simplemente un patrón crecientemente complejo del uso de experiencias pasadas, desde el reconocimiento de la forma visual o auditiva más simple hasta el manejo intelectual de un elaborado evento perceptual." (76)
Gastaut observó que los pensamientos que ocupaban la mente del paciente antes del ataque podrían muy bien ser el sujeto del ataque mismo. (77) Aparentemente, tal es el caso frecuente, o quizás siempre, de las visiones de Ellen.

En 1982, Gloor y otros, discutiendo los resultados de estimulaciones cerebrales en sus pacientes de epilepsia de lóbulo temporal, se expresaron de manera similar. La idea de que:

"estimular a 'quién' parece más importante que estimular 'dónde' en el sistema límbico es comprensible porque las respuestas reflejan al mismo tiempo el papel funcional del área estimulada y la pasada experiencia individual del paciente." (78)
El Diagnóstico de M. G. Kellogg

El Dr. M. G. Kellogg escribió esta evaluación de las visiones de Ellen White en una carta fechada el 3 de Junio de 1906 y dirigida a su hermano más joven, John Harvey Kellogg:

"En 1868, después de conversar con el Dr. Trall, comencé a sospechar que las visiones de la Sra. White podrían no ser lo que habíamos supuesto, y desde ese momento en adelante he estado estudiando tanto a la Sra. White como a sus visiones, sueños, y testimonios....

"He visto a la Sra. White cuando estba en visión un buen número de veces entre 1852 y 1859, y en cada caso ella simplemente estuvo en estado de catalepsia. En cada caso, ella de repente sufría un ataque, caía al suelo inconsciente, y permanecía inconsciente durante todo el tiempo que el ataque duraba; todas las funciones vitales se reducían a su punto más bajo compatible con la vida; el pulso casi se detenía y no pocas veces la respiración era tan leve que era imperceptible excepto cuando pronunciaba frases cortas; las pupilas se dilataban mucho, el sentido del oído se embotaba; de hecho, todos sus sentidos quedaban tan embotados que no veía, ni sentía, ni oía; de hecho, estaba completamente inconsciente, y sin embargo su mente permanecía agudamente activa, la acción era automática y completamente involuntaria, la visión entera era un conglomerado mental de conceptos, escenas, meditaciones, y sugerencias previos, tan vívidamente reproducidos en su mente que, para ella, eran una realidad viviente. La catalepsia toma muchas formas en sus varias víctimas, pero en su caso se producía alguna fase de todas las formas. He visto muchos casos así. La descripción que la Sra. L. M. Hall hace de la condición de la Sra. White en visión está de acuerdo con la mía."

Visiones Prolongadas

Lennox ha señalado que los ataques que duran varias horas pueden ocurrir una o dos veces al año, y que mientras más frecuentes son los ataques, más probable es que sean de corta duración. (79) Los ataques complejos parciales generalmente duran desde unos pocos segundos hasta varios minutos, pero también pueden durar horas, y raras veces, días. Arthur White dijo, en relación con la duración de las visiones de Ellen:

"Mientras que algunas de las visiones eran de naturaleza muy prolongada, durando a veces más de una hora, y en una ocasión cuatro horas, hubo otras veces en que las visiones eran muy breves... sólo unos pocos minutos, o en algunos casos, segundos." (80)
Los ataques epilépticos de lóbulo temporal prolongados y que duran hasta varios días pueden clasificarse como status epilepticus complejos parciales. Tales ataques prolongados pueden en realidad consistir de muchos ataques cortos que ocurren en tan rápida sucesión que parecen uno sólo, especialmente para un observador no adiestrado. Es también posible tener un período de confusión mental de larga duración después de un ataque, que, nuevamente, puede parecer como una continuación del ataque. Si se conocieran más detalles acerca de las visiones de tres y cuatro horas de Ellen White, podría hacerse responsablemente un diagnóstico definitivo. (81)

Cuando termina un ataque complejo parcial, el paciente puede que pase por un breve período de agotamiento y algo de automatismo, nada de lo cual el paciente recuerda más tarde. Gradualmente, la conciencia de sí mismo y el consciente regresan; ésta era también la experiencia de Ellen. Si la visión había de ser escrita, ésto no podía hacerse sino hasta que la persona se había recuperado del ataque. Y cuando escribía la visión, el paciente completamente consciente podía también interpretarla, añadiéndole o quitándole. Con una compulsión para escribir, tal relato podía resultar bastante extenso.

La mayoría de los pacientes en estado epiléptico sufren del tipo convulsivo, pero entre el 25 y el 30 por ciento tienen ataques complejos parciales que son no convulsivos. En este último grupo, "no se ha informado todavía de ninguna evidencia de deterioro intelectual permanente." (82, 83, 84). El estado epiléptico [status epilepticus] convulsivo y generalizado se ha observado en la epilepsia severa, mientras que es raro en la variedad parcial compleja.

Se ha llamado recientemente la atención al hecho de que, si un paciente experimenta un ataque prolongado de status epilepticus, esto claramente resultará en un serio deterioro de las facultades mentales, y que, por lo tanto, Ellen White no puede haber sido epiléptica. Este argumento se basa en una incomprensión de la diferencia entre la epilepsia convulsiva (como la severa) y el tipo no convulsivo (como la epilepsia de lóbulo temporal).

El status epilepticus del tipo convulsivo es una verdadera amenaza, no sólo a causa de su efecto deteriorador sobre las facultades mentales del paciente, sino porque las rápidas y prolongadas contracciones musculares producen serios disturbios metabólicos complejos que ponen en peligro la vida misma. (85) Tan graves son estos ataques convulsivos prolongados que se les debe poner fin tan pronto como sea posible por medio de inyecciones de un fuerte sedante para evitar daño al cerebro. Ellen no experimentaba ninguna de estas consecuencias de sus visiones prolongadas porque sus ataques eran del tipo no convulsivo y del tipo complejo parcial.

Ataques Epilépticos del Lóbulo Temporal

Penfield ha descrito la función del lóbulo temporal diciendo que tiene que ver con "la interpretación de las experiencias presentes a la luz de las experiencias pasadas." Además, "el lóbulo temporal contiene un registro secuencial del consciente, un registro que se ha establecido durante la experiencia anterior del paciente." En 1933, Penfield descubrió que, cuando estimulaba eléctricamente ciertos grupos de células nerviosas en el lóbulo temporal, el paciente "re-vivía" - como en una película o "visión retrospectiva" [flashback] - lo que de una manera u otra había experimentado antes en la vida. En otras palabras, el sistema del lóbulo temporal registra todas las experiencias que una persona en particular ha tenido; y aunque esté más allá del recuerdo directo del individuo (lo haya olvidado), todavía permanece registrado y puede ser traído de vuelta al consciente por medio de la estimulación eléctrica artificial o por una descarga eléctrica en el cerebro durante un ataque epiléptico. (86, 87) Los resultados de estos experimentos han justificado lo que Jackson y otros habían sugerido mucho antes - que el cerebro guarda permanentemente nuestras experiencias pasadas, las cuales están sujetas al recuerdo. Este recuerdo de sucesos pasados, pensamientos, e impresiones son la base de lo que los pacientes experimentan durante ataques complejos parciales. (88)

Se han usado varios términos en el pasado para lo que se incluye bajo el término de epilepsia del lóbulo temporal. Uno de estos términos es la epilepsia psicomotora; pero la Organización Mundial de la Salud ha adoptado la designación general de epilepsia de lóbulo temporal para esta enfermedad, y los términos más limitados de ataques parciales del lóbulo temporal y ataques complejos parciales para tipos específicos de ataques del lóbulo temporal que son muy diferentes de los de la epilepsia generalizada o severa.

Los síntomas de la epilepsia del lóbulo temporal son muchos, y pueden dividirse entre los asociados con los ataques mismos (llamados ictales) y los que ocurren entre ataques (interictales).

En la epilepsia del lóbulo temporal, el comienzo de un ataque se manifiesta generalmente en que el paciente de repente deja de hacer lo que había estado haciendo. Luego puede seguir un intervalo de automatismos, tales como chasquear los labios, retorcerse las manos, caminar, o llevar a cabo otras actividades que el paciente no recordará. Un paciente puede hasta continuar pasando las páginas de un libro, como lo hacía Ellen. (89) El paciente puede también experimentar alucinaciones olfatorias de flores o sustancias malolientes. Esto es seguido por "experiencias cognitivas complejas del lóbulo temporal" que Wilder Penfield llamaba "visiones retrospectivas" [flashbacks], ("reproducciones"), "alucinaciones psíquicas," o "ataques experienciales." (90) Éstos envuelven alucinaciones de experiencias pasadas, y reactivación de la corriente del consciente." (91, 92)

"Penfield señala que, durante la alucinación experiencial, el epiléptico tiene la doble experiencia de la re-creación del pasado con la consciencia del presente. La alucinación psicosensorial que se deriva de los lóbulos temporales puede involucrar cualesquiera de las modalidades sensoriales o una combinación de ellas, a saber, visuales, auditivas, olfatorias, gustativas, vestibulares, táctiles, o las alucinaciones 'indescriptibles' mencionadas por Williams." (93, 94)

Durante el ataque, el paciente puede estar sentado, acostado, o hasta caminando y cantando, siendo totalmente inconsciente de lo que sucede a su alrededor. Durante el ataque, el paciente puede experimentar gozo, júbilo, depresión, y a menudo temor - como Ellen White experimentaba durante sus visiones. El automatismo puede estar presente al final mismo del ataque, y la terminación del ataque se nota porque el paciente comienza a responder a preguntas y órdenes. Algunos pacientes tienen un período de grados variables de confusión después del fin del ataque, la así llamada fase postictálica. Muy a menudo, los pacientes recuerdan lo que experimentaron o vieron durante el ataque, pero no lo que sucedió a su alrededor. (95)

Se ha informado que algunos ataques parciales complejos comienzan con la mirada fija y el cuerpo inmóvil, otros con movimiento y la mirada fija, y un tercer tipo con un "ataque con caída." Dreifuss ha dicho: "La objetividad con la que pacientes con ataques parciales complejos describen sus alucinaciones es un punto de diagnóstico extremadamente importante." (96)

En un ataque complejo parcial, los pensamientos pueden ser llamados ideacionales, pues envuelven pensamientos en los que el paciente se había espaciado previamente y en los cuales persevera. Estas ideas pueden repetirse en muchos ataques. "Su contenido puede ser personal, metafísico, o hasta trascendental (de la muerte, la eternidad), o puede ser bastante objetivo (fijación del contenido ideacional de una oración leída u oída al comienzo del ataque)." (97)

Síntomas Conductuales en la Epilepsia de Lóbulo Temporal

Por más de un siglo, se ha sabido que los pacientes atacados de epilepsia del lóbulo temporal probablemente manifiesten anormalidades psíquicas. Muchas de estas anormalidades se deben sin duda a lesiones cerebrales específicas, pero algunas se deben quizás a los efectos sociales y emocionales producidos por el hecho de que el paciente es epiléptico. Landolt señala que ya en 1938 se informaba que hasta el 50 por ciento de los epilépticos de lóbulo temporal sufrían trastornos psíquicos.

Los pacientes que sufren de epilepsia de lóbulo temporal pueden también manifestar síntomas específicos entre uno y otro ataque. Estos síntomas se clasifican como interictales (entre ataques) e indican un estado de la actividad conductual que es parte de la epilepsia y se debe a cambios patológicos en el sistema límbico del lóbulo temporal. Estos cambios conductuales han sido catalogados por muchos observadores clínicos durante un período de varios años. En 1975, Waxman y Geschwind publicaron un trabajo titulado El Síndrome de Conducta Interictal de la Epilepsia de Lóbulo Temporal (99), en el cual describieron alteraciones en la conducta sexual de los pacientes, así como su religiosidad, y una tendencia compulsiva a escribir extensamente.

En años recientes, varios epileptólogos han publicado listas de estos síntomas. Estas listas fueron resumidas por Bear y Fedio (1977) y por Bear (1979), (100) e incluyen una profundización de las emociones, euforia, tristeza, ira, hostilidad, hiposexualidad, culpa, argumentatividad, hipermoralismo, compulsividad, viscosidad (pegajosidad, tendencia a repetirse), sentido de la importancia personal y el destino, conversiones múltiples, creencias religiosas profundas y a menudo idiosincrásicas, interés en especulaciones filosóficas, morales, o cosmológicas, falta de sentido del humor, sentido de dependencia y pasividad (indefensión cósmica), paranoia (sospecha, sobreinterpretación de motivos y sucesos), e hipergrafía. (101)

No todos los investigadores en epileptología están todavía plenamente convencidos de que todos los síntomas enumerados por Bear y Fedio se encuentran sólo en la epilepsia de lóbulo temporal  En 1981, Herman y Riel discutieron si estos síntomas eran específicos para la epilepsia de lóbulo temporal, o si podían encontrarse también en otros tipos de epilepsia. Llegaron a la conclusión de que: "Cuatro rasgos (sentido del destino personal, dependencia, paranoia, interés filosófico) aparecían significativamente elevados en el grupo de la ELT (epilepsia de lóbulo temporal), prestando así algún apoyo a la idea de cambios en la conducta y el pensamiento, que ocurren en la ELT pero no necesariamente en otras formas de epilepsia." Los otros rasgos mencionados por Bear y Fedio se encontraron tanto en pacientes que sufrían de epilepsia de lóbulo temporal como en los que padecían ataques epilépticos generalizados. (102)

Blumer ha dicho que los cambios conductuales y de personalidad comienzan como dos años después del inicio de los ataques, y están "asociados con excesivas descargas neuronales crónicas en los lóbulos temporales mediales y áreas adyacentes." Menciona que la emocionalidad, la hiposexualidad, y los cambios de estado de ánimo son los tres principales cambios en el carácter, y que la religiosidad del paciente puede llegar a ser "molesta o impositiva para otros." (103)

Geschwind [1979] (104) observó que la mayor preocupación de los epilépticos de lóbulo temporal por asuntos  filosóficos, morales, o religiosos a menudo está en agudo contraste con sus antecedentes educativos. Geschwind (105) sugirió en 1977 que "los cambios de personalidad en la epilepsia de lóbulo temporal pueden en algún sentido ser la única condición más importante en psiquiatría." Sin embargo, ni Geschwind ni ningún otro ha afirmado que estas características se encuentran sólo en la epilepsia de lóbulo temporal, pero que la frecuencia de su ocurrencia individualmente y como grupo en la ELT es significativa. Uno no esperaría que todos los pacientes que sufren de epilepsia de lóbulo temporal muestren todos los síntomas posibles de esta enfermedad. El grado y la severidad de la causante herida en la cabeza, o el tamaño y la ubicación de un neoplasma, determinarían la variedad y la severidad de los síntomas en el  paciente. En el caso de Ellen G. White, sabemos que estuvo inconsciente por tres semanas después de sufrir la lesión en la cabeza, que sufrió de amnesia durante todo el episodio, y que después no pudo asistir a la escuela debido a síntomas emocionales, físicos, y neurológicos. No debemos sorprendernos de que Ellen manifestara tantos de los síntomas que se encuentran en la epilepsia de lóbulo temporal.

En 1974, Waxman y Geschwind informaron sobre hipergrafía como la habían observado en siete pacientes con epilepsia de lóbulo temporal:

"Los historiales clínicos resumidos arriba son notables en que en cada caso hay una inusual tendencia en el paciente a escribir extensamente, típicamente de manera meticulosa. Cada uno de los autores ha observado muchos otros pacientes, además de estos siete, en los cuales había evidencia de desorden en el lóbulo temporal y los cuales también escribían hasta un grado inusual. La literatura contiene numerosas referencias al carácter circunstancial y pedante en el habla de epilépticos de lóbulo temporal. Al describir a un paciente con ataques psicomotores, Kraeplin, ya en 1906, observaba que el paciente 'hace un relato coherente, aunque muy prolongado, de su estado...' Creemos que el escribir extensamente, y en algunos casos compulsivamente, que hemos observado en los pacientes de epilepsia de lóbulo temporal refleja la anteriormente documentada profundización de la respuesta emocional en presencia de una función intelectual relativamente preservada. En este contexto, no es sorprendente que, en el habla, algunos epilépticos de lóbulo temporal sean descritos como circunstanciales o pedantes, o mostraban 'pegajosidad' o 'viscosidad.'" (106)
El primer paciente que Waxman y Geschwind comentaron fue "una mujer diestra de 24 años de edad que comenzó a tener ataques a la edad de 10 años y trastornos de la conducta a la edad de 15 años." Después del examen y el tratamiento, ella continuó teniendo ataques y siendo "devotamente religiosa, experimentando por lo menos cinco conversiones religiosas." Se averiguó que su lesión cerebral estaba ubicada en su lóbulo temporal derecho. Ella experimentaba alucinaciones visuales con "luz  azul verdosa parpadeante," y mostraba "gran interés en las cosas místicas, en particular la existencia y el destino del universo. También se quejaba de no tener interés en la actividad sexual. Pasaba varias horas al día escribiendo, incluyendo poesía, "generalmente sobre temas morales o filosóficos." Una canción que se aprendió la copió varios cientos de veces, y se sentía "compelida a escribir una palabra una y otra vez." (107)

En 1981, Sachdev y Waxman (108) estudiaron la frecuencia y el grado de hipergrafía en la epilepsia del lóbulo temporal enviando cartas a todos los pacientes que habían sido admitidos en el hospital en el Centro Médico de la Administración de Veteranos en Palo Alto, y dados de alta entre 1972 y 1978 con un diagnóstico de epilepsia o desórdenes caracterizados por ataques. Se les pidió que contestaran, lo mejor que pudieran, preguntas en relación con el estado actual de su salud, su comprensión de su enfermedad, y el cambio que la enfermedad había causado en sus vidas.

Los que tenían un diagnóstico de epilepsia de lóbulo temporal usaron entre 4200 y 5540 palabras en sus respuestas; los que tenían un posible diagnóstico de epilepsia de lóbulo temporal usaron entre 120 y 475 palabras, mientras que los que no tenían evidencia de epilepsia de lóbulo temporal usaron entre 33 y 120 palabras. Sachdev y Waxman llegaron a la conclusión de que "la hipergrafía es uno de los rasgos relativamente más obvios del síndrome conductual interictal."

Geschwind resumió sus hallazgos como sigue:

"El grado de hipergrafía en muchos de estos pacientes es notable. Así, los pacientes pueden regularmente escribir ensayos o sermones. Un paciente tenía baúles llenos de sus escritos. A un neurólogo en Nueva Zelandia uno de sus pacientes le regaló más de veinte tomos de sus obras selectas manuscritas. Hace poco he visto a un paciente a quien se le desarrolló epilepsia de lóbulo temporal después de una resección parcial de un lóbulo temporal durante una operación para quitarle un aneurisma. Nunca había sentido interés por las cosas intelectuales, pero, después de la aparición de la epilepsia de lóbulo temporal, lo consumía el pensamiento de que tenía la misión de escribir algo importante." (109)
Una pregunta aparece de manera natural: ¿Son todos los epilépticos de lóbulo temporal hipergráficos hasta cierto punto? ¿Es la hipergrafía específica para los epilépticos de lóbulo temporal, o se encuentra también en otros tipos de epilepsia? Hermann y sus colaboradores investigaron esto en 1983. (110) Estudiaron un grupo de 138 pacientes, 90 de los cuales tenían ELT; 29 tenían epilepsia general; y 15 tenían un tipo mixto. A todos estos pacientes se les envió una carta similar a la que Sachdev y Waxman les enviaron a sus pacientes. Encontraron que los pacientes con epilepsia de lóbulo temporal "tenían una rata de respuesta más alta relativa a la epilepsia diferente de la de lóbulo temporal." Si uno considera la hipergrafía como un fenómeno de todo o nada, "entonces la extensión de la carta sugeriría apoyo a la especificidad epilepsia de lóbulo temporal/hipergrafía puesto que las dos cartas más largas (1176 y 1229 palabras) fueron escritas por personas con ELT." La extensión promedio de las cartas del grupo de epilépticos diferentes de los de lóbulo temporal era de 371 palabras; para los de lóbulo temporal, 296 palabras. (Las dos cartas más largas del grupo de estudio ELT de Sachdev y Waxman eran de 5540 y 4200 palabras.) Hermann y otros sugirieron "que investigaciones posteriores en esta área deberían establecer si la hipergrafía se conceptualiza mejor como un fenómeno gradualizado o de todo o nada."

La compulsión para escribir era claramente evidente en Ellen G. White. Escribió una cantidad casi increíble de palabras; de manera que, al momento de su muerte en 1915, su producción literaria consistía de bastante más de 100,000 páginas, incluyendo 4,000 artículos en publicacions periódicas de la iglesia. (111) Las páginas impresas de los nueve tomos de sus Testimonios suman 4,812 páginas, mientras que la serie de "El Gran Conflicto" tiene 3,603 páginas. Además, escribió muchas cartas que no se conservaron, particularmente en los primeros años de su obra. También llevó un diario personal y un extenso registro cronológico.

Ellen comenzó a escribir para el público en 1845. Para alcanzar a escribir 100,000 páginas antes de morir en 1915, tenía que haber escrito un promedio de por lo menos tres y media páginas cada día de su vida, en salud o enfermedad, durante los sábados, y cuando viajaba o asistía a conferencias.

Una entrada en su diario el 12 de Junio de 1892 ilustra el extenso número de palabras escritas  que eran parte de su vida diaria.

"Artículos escritos: obra misionera, 15 páginas en papel de cartas. A. T. Robinson, 13 páginas; el Hermano Lockwood, 5 páginas; Sara MacEnterfer, 2 páginas; Ella May y Mable White, 4 páginas; un extenso documento dirigido a C. H. Jones en relación con la publicación y las instituciones de salud. J. E. White, 12 páginas; le envié al Hermano Wessels 5 páginas tamaño de carta; al Hermano E. J. Waggoner a Londres; al Anciano Washburn, en Inglaterra, 1 página." (112)
Esto hacía un total de 62 páginas, aparte del "extenso documento" dirigido a C. H. Jones. Pero más significativo que la cantidad total de páginas escritas es la compulsión y la presión que ella sentía para escribir. Esto ya es evidente en el artículo que ella escribió al editor del Day Star después de que el periódico publicara su así llamada primera visión el 20 de diciembre de 1845. Ella dijo: "Mi visión, que Ud. publicó en el Day Star, fue escrita bajo un profundo sentido del deber, a Ud., no esperando que Ud. la publicara." (113)
"Sentía que debía descansar, pero no veía la oportunidad de obtener alivio. Hablaba en público varias veces a la semana, y escribía muchas páginas de testimonios personales.... La sangre se precipitaba a mi cerebro, con frecuencia haciendo que me tambalease y que casi me cayese. A menudo tenía hemorragias nasales, especialmente después de hacer esfuerzos para escribir. Me sentía compelida a dejar de escribir, pero no lograba sacudirme la carga de ansiedad y la responsabilidad que pesaba sobre mí.... Entonces escribía una porción de lo que se me había mostrado en relación con el Instituto, pero no lograba desarrollar el tema entero a causa de la presión de la sangre en mi cerebro.... Suponía que, después de descansar algunos días, podría continuar escribiendo. Pero, para gran dolor mío, encontraba que la condición de mi cerebro hacía imposible que yo escribiera. Abandonaba la idea de escribir testimonios, ya fueran generales o personales, y estaba en constante angustia porque no podía escribirlos." (114) (Testimonios, tomo 1, páginas 576-577)
Este temprano sentido del deber continuó durante toda su larga vida, acompañado por un siempre creciente sentido de misión y elección divina, tan frecuentemente expresado en sus escritos y conferencias. Esta profunda convicción de una misión especial y divina hacia el mundo queda ilustrada por las siguientes afirmaciones en sus escritos:
"No tenía la más ligera idea de escribir como lo he hecho, pero el Señor ha dirigido mi mente sin cesar, hasta que tengáis el asunto que yo os envío." (115)

"Durante la noche, el Señor me instruye por medio de símbolos, y luego explica sus significados. Él me da la palabra, y yo no me atrevo a rehusar dársela al pueblo." (116)

"Dios me ha dado un testimonio para su pueblo, un testimonio que no le ha dado a nadie más, que yo debo transmitir, y que es como fuego encerrado en mis huesos." (117, 118)

"Yo no escribo ni un sólo artículo en el periódico expresando meramente mis propias ideas. Ellas son lo que Dios ha abierto delante de mí en visión." (119, 120)

"En tiempos antiguos Dios habló a los hombres por la boca de profetas y apóstoles. En estos tiempos, Él les habla por medio de los testimonios de su Espíritu." (121)

"Físicamente, siempre he sido un vaso quebrantado; y sin embargo, en mi vejez, el Señor continúa inspirándome por medio de su Santo Espíritu para que escriba los libros más importantes que jamás hayan sido entregados a las iglesias y al mundo." (122, 123)

En una carta que Ellen le escribió a Lucinda Hall el 8 de Abril de 1876, dice:
"En este tiempo, tengo una obra especial que llevar a cabo, que consiste en escribir las cosas que el Señor me ha mostrado.... He sentido que no debo descuidar nada para completar estos escritos. No he asistido a reuniones por dos semanas.... Mientras los Ancianos Waggoner y Loughborough estén aquí, dejo que ellos hagan el trabajo, y guardo todas mis fuerzas para un propósito - escribir.... Tengo una gran obra que hacer, que ha sido una gran carga sobre mi alma. Cuán grande es esta carga, nadie sino el Señor lo sabe." (Review and Herald, 16 de Agosto de 1973, p. 6)
Otra ilustración de su compulsión para escribir aparece obvia en una carta dirigida a George Amadon en 1906:
"En la noche después del sábado me retiré, y descansé bien sin dolor ni molestias hasta las diez y media. Pero no podía dormir. Había recibido instrucción, y rara vez me acuesto después de recibir tales instrucciones.... Dejé la cama y escribí por cinco horas, tan rápidamente como mi pluma podía trazar las líneas." (124)
Arthur White también llamó la atención al gran volumen de los escritos de Ellen, y su compulsión para escribir:
"Siento que debo escribir, escribir, escribir, y sin demora," escribió en 1844. En estas palabras se resume el objetivo de su obra más importante.... La experiencia de su niñez y su educación no eran las que uno de ordinario pensaría que cuadrarían con pasarse toda la vida escribiendo.... Cuando resumimos la historia, encontramos que la Sra. White era una prolífica escritora. Hoy día hay 18,000 páginas en los libros actuales de E. G. White. Sumándolos con las ediciones anteriores que ya se agotaron, tenemos un total de 22,000 páginas. A esto podemos añadirle más de 2,000 artículos que han aparecido en nuestras varias publicaciones denominacionales. Estos libros nos darían otras 12,000 páginas. Además de esto hay muchos miles de páginas manuscritas que no se han publicado por su naturaleza  local o personal." (125)
 Ya se ha dicho que Geschwind llamó la atención sobre las profundas preocupaciones filosóficas, morales, y religiosas que manifiestan los epilépticos de lóbulo temporal, en fuerte contraste con sus antecedentes educativos. (126) Cuando todo esto se combina con un impulso incontrolable de escribir, la tentación de tomar prestado material de otros a gran escala puede convertirse en irresistible. El llamado a "escribir, escribir, escribir" puede fácilmente cambiar a "tomar prestado, tomar prestado, tomar prestado." Bajo una fuerte compulsión religiosa, una escritora así puede fácilmente persuadirse de que fue Dios quien le hizo encontrar el material que quería copiar, y de que ella simplemente obedecía la obligación divina y el impulso del Espíritu para que copiara escritos ajenos y los pusiera bajo su propio nombre.

Recientemente, Roy Graybill comentó los extensos préstamos literarios de Ellen White, y señaló también la compulsión de Ellen de escribir como una posible causa de su extenso uso de fuentes a las cuales no les dio crédito.

"Cuando el ámbito de sus escritos se expandió, primero a temas de salud, y más tarde a la historia, la Sra. White se encontró en una posición en que el plagio era difícil de evitar. Su limitada educación no la había equipado para la amplia gama de temas que ella trataba de cubrir. Sin embargo, se sentía "poderosamente impulsada" a escribir. "¿Debo resistir este impulso de escribir, cuando siento esta responsabilidad?", se  preguntaba. "Debo obedecer la inspiración del Espíritu de Dios o abstenerme de toda conexión con la obra." "Yo no me atribuyo ninguna capacidad en mí misma para escribir los artículos en el periódico o los libros que publico," decía. "Ciertamente, yo no podría originarlos. He estado recibiendo luz durante los pasados cuarenta y cinco años y he estado comunicando a nuestro pueblo la luz que he recibido del cielo." Esta fuerte auto-imagen como escritora inspirada puede haber inhibido su capacidad para darse cuenta de hasta qué punto dependían sus escritos de los de otros autores. Apenas podría haberse dado cuenta del grado al cual sus visiones y sueños eran moldeados por sus lecturas, y así, vino a creer que sus revelaciones eran la fuente original de lo que escribía." (127)
¿Cuánto copió Ellen? Aparentemente, nadie lo sabe todavía con exactitud, pero es claro que lo hizo a gran escala. Desde 1887, cuando Canright llamó primero la atención a sus plagios, William Patterson, Ingemar Linden, Ronald Numbers, Jonathan Butler, Don McAdams, Walter Rea, Warren H. Johns, Ron Graybill, y otros han añadido a la evidencia acumulada de su dependencia, durante toda su vida, de fuentes a las cuales no dio crédito.

En el Adventist Review del 23 de Febrero de 1984, Robert W. Olson dijo que "posiblemente 50 por ciento o más del material del libro [El Gran Conflicto] fue extraído de otras fuentes." Sólo una investigación ulterior determinará finalmente cuánto más del "50 por ciento" fue en realidad copiado por Ellen de otros autores y puesto en este libro. Algunos calculan que puede ser hasta el 90 por ciento, pero probablemente no es tan importante saber si la mitad o nueve décimos fueron tomados prestados. Ellen tenía  que escribir, y para producir la cantidad deseada, no tenía más recurso que copiar de otros; y esto, con la ayuda de sus secretarias, lo hizo bien.

Los préstamos literarios de Ellen parecen haber comenzado en su mismo primer artículo publicado en el Day Star del 24 de Enero de 1846, en el cual ella informaba acerca de su así llamada primera visión de Diciembre de 1844. Aparentemente, tenía frente a ella el folleto 'The Christian Experience of William E. Foy' [La Experiencia Cristiana de William E. Foy], que había sido publicado y su derecho de autor registrado en 1845. Su deuda con Foy es evidente en muchos lugares de su artículo, pero el lugar más notable es donde el guía de Foy dice: "Los que coman del fruto de este árbol ya no regresan más a la tierra" (página 14). Ellen, a su vez, hace que Jesús diga: "Los que coman del fruto de esta tierra no regresan más a la tierra." (129)

Repetitividad

Un rasgo fácilmente observable en un epiléptico de lóbulo temporal es la reiteración, la pegajosidad, o la viscosidad - una forma de automatismo, que se aplica tanto al habla como a la escritura, en el cual el individuo repite palabras, frases, oraciones, o, como dijo Fenton, "una tendencia a adherirse a cada pensamiento, sentimiento, y acción." (130) Por ejemplo, muchos de los que vieron a Ellen White experimentar una visión informan que ella a menudo exclamaba: "Gloria, gloria, gloria" al comienzo de la visión. Daly describe un caso, reportado por Penfield y Jasper, de un muchacho que "al comienzo de los ataques oía una voz que llamaba a "Sylvere, Sylvere, Sylvere" - el primer nombre del muchacho. A un hombre de cuarenta y cinco años de edad se le oyó decir: "Madre, madre, madre." Y un paciente, que admitía que era agnóstico, decía: "Dios, Dios - Oh, mi Dios." (131) Sería fácil que la mente subconsciente de Ellen eligiera la repetición "gloria, gloria, gloria" porque la palabra gloria se usaba comúnmente en las reuniones Metodistas a las cuales ella asistía en su adolescencia.

Ellen dio evidencia de esta reiteración en su primera publicación cuando, como una persona de dieciocho años de edad, repitió las palabras "Yo vi" dieciséis veces. En una segunda contribución al mismo periódico tres semanas más tarde, ella usó "Yo vi" trece veces. Dos meses después de esto, en un artículo publicado en The Little Remnant Scattered Abroad [El Pequeño Remanente Disperso En Ultramar], ella empleó "Yo ví" treinta y cinco veces. La repetición de esta frase se vuelve marcadamente notable en los escritos de Ellen, hasta que en algunas páginas casi cada oración comienza con estas palabras, como se ve en un artículo escrito por ella y publicado en un número de The Present Truth [La Verdad Presente] en 1849 donde, en trece oraciones, usa "Yo vi" o "Se me mostró" once veces. (132)

Muchas otras palabras al comienzo de o intercaladas en sus oraciones ilustran la misma repetitividad - palabras como "ellos" y "ustedes." En todas sus primeras publicaciones, esto puede verse fácilmente, particularmente en las primeras cien páginas del tomo uno de sus Testimonios, y el tomo dos de Dones Espirituales. La mayoría de las repeticiones, en particular "Yo vi" y "Se me ha mostrado," fue eliminada de las ediciones posteriores de sus obras. Quizás al principio el uso frecuente de "Yo vi" en sus escritos tenía la intención de reforzar su afirmación de que ella estaba siendo divinamente inspirada. Con el correr del tiempo, los editores redujeron grandemente la evidencia de esta repetición, pero nunca la eliminaron por completo. (133, 134)

El hijo de Ellen, W. C. White, estuvo de acuerdo en que "había estas repeticiones en los manuscritos originales." Y Ellen escribió en 1906:

"Mientras mi esposo vivía, actuaba como asistente y consejero - Yo escribía fielmente la instrucción que recibía en visión.... Después, examinábamos el material juntos, y mi esposo corregía los errores gramaticales y eliminaba las repeticiones innecesarias." (135)
Más tarde, "se esperaba que las secretarias... dejaran fuera lo que claramente era repeticiones innecesarias." Arthur White también creía que se producían muchas repeticiones "en algunos manuscritos originales," cuando Ellen se hallaba "perpleja por muchos cuidados y responsabilidades." (136)

Muchas repeticiones que no eran tan objetables como "Yo vi" permanecieron hasta en sus escritos posteriores. Particularmente significativos son los casos en los cuales ella mencionaba que otros hablaban o escribían con la misma reiteración que ella. Por ejemplo: "Dijo el ángel: 'Sed limpios, vosotros los que lleváis los vasos del Señor,' 'Sed limpios vosotros los que lleváis los vasos del Señor.'" (137)

Ellen tuvo dos visiones el 5 de enero de 1849 en Rocky Hill, Connecticut. En la segunda visión, ella vio cuatro ángeles que se dirigían a la tierra en misión especial. Jesús "miró con lástima el remanente, ... levantó ls manos, y con voz de profunda compasión, clamó: Mi sangre, Padre, mi sangre, mi sangre, mi sangre'... Luego vi un ángel... que clamaba en alta voz: '¡Esperad! ¡Esperad! ¡Esperad!" En el mismo año, ella escribió también: "Oí a un ángel decir: "Enviad con celeridad a los veloces mensajeros, enviad con celeridad a los veloces mensajeros'." (138) Un año más tarde, ella citó la pregunta de un ángel: "¿Pueden los tales entrar al cielo?"Otro ángel contestó: "No, nunca, nunca, nunca." (139)

En el informe de Ellen de su visión del 14 de marzo de 1852 en Ballston, se da lo siguiente:

"Si los pecados no van a juicio antes, nunca irán. Tu pueblo, tu pueblo, tu pueblo no está listo, no está listo, no está listo. En aquel tiempo un pecado sin cubrir aplastará el alma. El cielo no dará respuesta. Aquel tiempo probará las almas de los hombres. La confusión tendrá lugar y el deseo de ellos no será satisfecho. ¿No podéis ver? ¡Preparaos! ¡Preparaos! ¡Preparaos! casi concluído... Yo contemplo, contemplo a aquéllos que tienen aquella excelente recompensa sacrificarse para obtenerla... Ayudad a los niños a prepararse, algo hay que hacer. ¡El yo! ¡El yo! Oh, Jesús, ten compasión y perdona a tus hijos que yerran." (140)
En 1852, en Vergennes, Ellen dijo de James White: "El poder de Dios estaba sobre él... dijo él: "¡Espero que se apague! ¡En el nombre de Dios, espero que se apague!" (141, 142, 143, 144)

En la visión Sutton de Ellen White en 1850, tenemos el siguiente ejemplo:

"Entonces vi que debemos beber profundamente del agua de la fuente.... Vi que el Hermano Bates debe abrirse y estar listo a ceder en un punto que le es querido cuando la luz clara brille. Vi que debemos ser más como Jesús.... Entonces vi a James y al Hermano Bates: Dijo el ángel: "Juntaos, juntaos, vosotros los pastores, no sea que las ovejas se dispersen. Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Nadad, nadad, nadad, sumergíos en lo profundo, en lo profundo, en lo profundo, en el océano del amor de Dios. Vi que debemos vencer.... (145)
El 3 de Enero de 1875, en Battle Creek, Ellen tuvo una visión, reportada por W. C. White, que demostró algunas características típicas de un ataque de lóbulo temporal, incluyendo la reiteración. Ella había estado enferma de influenza y estaba sentada en una gran silla de brazos, cálidamente envuelta en frazadas.
"Entonces mi madre decidió orar y, con voz ronca y trabajosa, pronunció dos o tres frases de petición. De pronto su voz se oyó clara y musical, y oímos resonar el grito: "¡Gloria a Dios!" Todos levantamos la vista, y vimos que estaba en visión. Sus manos estaban cruzadas sobre el pecho, sus ojos estaban dirigidos fijamente hacia arriba, y sus labios estaban cerrados. No había respiración, aunque el corazón continuaba su actividad. Mientras ella miraba atentamente hacia arriba, una expresión de ansiedad le sobrevino en el rostro. Hizo a un lado las frazadas, y dando un paso hacia adelante, caminó hacia atrás y hacia adelante en la habitación. Retorciéndose las manos, exclamó: '¡Oscuro, oscuro, oscuro! ¡Todo oscuro! ¡Tan oscuro!' Entonces, después de algunos momentos  de silencio, exclamó con énfasis, y se le iluminó el rostro al decir: '¡Una luz! ¡Una lucecita! ¡Más luz! ¡Mucha luz!...Después de estas exclamaciones en relación con las luces, se sentó en su silla." (146, 147, 148)
En 1868, ella escribió: "Él no aceptará un sacrificio a medias. Todo, todo es de Dios." (149) En Primeros Escritos (2da edición, 1882), ella escribió: "Dijo el ángel: 'Preparaos, preparaos, preparaos. ¡Vosotros tendréis que morir de una muerte mayor al mundo de la que jamás habéis muerto! (150)

Parece claro que, en muchas ocasiones, las palabras atribuídas a los ángeles y a Cristo están construídas con la característica reiteración de Ellen - la "pegajosidad" del epiléptico de lóbulo temporal. En libros como sus ediciones posteriores de El Gran Conflicto y libros subsiguientes como El Deseado de Todas las Gentes y Los Hechos de los Apóstoles, en los cuales hay tanto material parafraseado de otros autores y que fueron bien editados, uno esperaría ver poco de su característica tendencia a repetirse; pero queda alguna evidencia.

Hacia el fin de su permanencia en Australia, Ellen tuvo una visión, como ella lo informó a G. B. Starr:

"Yo estaba tan despierta como lo estoy ahora, y apareció un carruaje de oro y caballos de plata por encima de mí, y Jesús, en majestad real, estaba sentado en el carruaje.... Luego se oyeron las palabras retumbando por encima de las nubes desde el carruaje y los labios de Jesús: '¡Fannie Bolton es tu adversaria! ¡Fannie Bolton es tu adversaria!', repetido tres veces. Ahora," dijo la Hna. White, "yo tuve esta misma visión hace como siete años, cuando mi sobrina Mary Clough apareció en mis escritos."
En una carta escrita en Australia en 1892, ella también repetía: "Esclavo, esclavo, esclavo, esclavo." (151) Aun más tarde, escribió: "He recibido una carta del Anciano Daniells en relación con la adición de otro edificio a las oficinas del Review and Herald. Mi respuesta es: No, no, no." (152, 153) Fue en los primeros días de Diciembre de 1914 que ella testificó haber oído voces en la noche que clamaban: "¡Avanzad, avanzad, avanzad! ¡Intensificad el combate contra la puerta!" (154)

En 1901, Ellen dijo: "Dios no lo quiera, Dios no lo quiera, hermanos." En una carta en 1904, ella escribió: "Separaos, separaos, es mi mensaje." (155) "El primer capítulo de Daniel... léalo, léalo, y al leer, sea sabio, no en su propia opinión, sino sabio como Daniel." (156) "Las grandes dificultades que han existido en Battle Creek no deberían haber existido. La gran escasez de medios no debería haber ocurrido." (157) En una carta que ella escribióa A.G. Daniells y a W. W. Prescott el 20 de Mayo de 1904, ella informó que Cristo le había dicho: "Uníos, uníos, uníos en perfecta armonía." (158, 159)

Horace Shaw, en su disertación doctoral en 1959, incluyó los resultados de un cuestionario que él les había enviado por correo a aquéllos que podrían haber conocido a Ellen White personalmente. Una de estas personas informó sobre una reunión a la que ella había asistido y en la cual Ellen habló. "Después de lo que parecía ser su amonestación final, titubeó por un momento y luego dijo: 'Sed sensibles, sed sensibles, sed sensibles.'" (160)

Hipermoralismo

Otro rasgo en los escritos de Ellen G. White es el que incluye el hipermoralismol, la sobriedad, la falta de sentido del humor, y las múltiples exhortaciones. Esto es particularmente evidente en  escritos con los otros miembros de su iglesia en mente. Un típico ejemplo de esto puede verse en una carta escrita a la Querida Hermana E. en 1873:

"Se me ha mostrado que Ud. necesita una completa conversión. En este momento, Ud. no está en el camino correcto para obtener la paz y la felicidad, que el creyente verdaderamente humilde, que lleva su cruz, seguramente ha de recibir...  Ud. tiene una disposición egoísta... Sus principales pensamientos son para Ud. misma, para agradarse a sí misma.... Ud. descuida el ocuparse alegremente en el trabajo que Dios le ha asignado. Ud. pasa por alto los deberes comunes y sencillos que están directamente en su camino... Ud. no estudia para hacer felices a otros... Ud. se complace en el hábito de soñar, que debe detener... Ud. no está mejorando tan rápidamente como podría hacerlo, y como debe hacerlo... Ud. ha sido una nube y una sombra en su familia... Ud. no ha tenido la gracia de Dios en su corazón...Ud. ama el pensar y hablar acerca de hombres jóvenes. Ud. interpreta las cortesías de ellos como preocupación especial por Ud. Ud. se adula a sí misma... Debe iniciarse una reforma en la familia de su padre. Ud. lleva el sello del carácter de su padre. Debería tratar de evitar los errores de él y sus extremos... Ud. no ama a los niños. De hecho, no ama nada que requiera esfuerzo firme, serio, y perseverante." (161)
En esta carta de siete páginas, setenta y cinco oraciones comienzan con 'Ud' y otras 115 veces 'Ud' se usa en la mitad de una oración y es un ejemplo de juicio e hipermoralismo que se ve en los epilépticos de lóbulo temporal, y que tan a menudo se encuentra en los escritos de Ellen. (162)

El hipermoralismo y el hipereticismo de los epilépticos de lóbulo temporal están estrechamente relacionados con su falta de sentido del humor, su viscosidad, atención al detalle, y auto-escrutinio. Waxman y Geschwind escribieron en 1975:

"A menudo hay una marcada preocupación por el detalle, especialmente en lo concerniente a aspectos morales o éticos. Con estos pacientes no hay minucias... La preocupación por el detalle y la claridad y un profundo sentido de justicia son evidentes en el habla de muchos de nuestros pacientes." (163)
Otros investigadores han descrito este fenómeno:
"Todos los sucesos son serios para estos pacientes... Pueden preocuparse excesivamente por cuestiones morales y se enredan con lo que es correcto y lo que no es correcto en asuntos que son más bien triviales... lo correcto y lo incorrecto de cada cosa necesita ser considerado con todas sus ramificaciones; ningún asunto en disputa puede ser fácilmente hecho a un lado; estos pacientes hacen largos discursos y a menudo sienten la necesidad de poner por escrito sus pensamientos en largos escritos; tienden a ser marcadamente sin sentido del humor." (164)
Los epilépticos del lóbulo temporal tienden a ser, no sólo hiperéticos, sino a menudo hiperreligiosos. Para ellos, sus propios ministros puede que carezcan de una profunda convicción religiosa... Estos rasgos básicos explican una profundización de la respuesta emocional, con un excesivo énfasis sobre las cualidades del bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto. (165)

Tener fuertes sentimientos acerca de cuestiones morales y éticas es probablemente un rasgo deseable; cómo se ejecuta y se expresa este rasgo es significativo, sin embargo, en relación con la epilepsia de lóbulo temporal. Es la excesiva preocupación por las cosas triviales, la obsesión con cuestiones morales, la falta de comprensión y tolerancia hacia opiniones divergentes, y el resultante juicio y condenación de aquéllos que discrepan con él, lo que pone aparte a estos pacientes. Esto es a menudo acompañado por un sentido de misión divina y autoridad. Han sido llamados "inflexibles" y no es probable que cambien sus puntos de vista.

Como ha señalado Beard, hay una pesadez, prolijidad, y monotonía en estos pacientes, juntamente con egocentrismo, frases zalameras, y pegajosidad. (166)

El hipermoralismo de Ellen queda ilustrado por su discusión del vestido:

"Se me mostró que algunos de entre el pueblo de Dios imitan las modas del mundo, y están rápidamente perdiendo su carácter peculiar, santo, que debería distinguirlos como el pueblo de Dios. Se me hizo notar el antiguo pueblo de Dios, y luego se me llevó a comparar su indumentaria con la moda en el vestido de estos últimos días. ¡Qué diferencia! ¡Qué cambio! En aquel entonces las mujeres no eran tan osadas como ahora. Cuando estaban en público, cubrían sus rostros con un velo. En estos últimos días, las modas son vergonzosas e inmodestas.... Los gorros pequeños, que dejan ver el rostro y la cabeza, muestran una falta de modestia... Jóvenes y viejos, Dios os está probando. Estáis decidiendo vuestro propio destino eterno. Vuestro orgullo, vuestro amor a seguir las modas del mundo, han sido todos puestos en la balanza, y el peso del mal se inclina terriblemente contra vosotros... Vi que muchos que se lisonjeaban de que eran buenos cristianos no tenían ni un solo rayo de luz de Jesús... Y vi que el Señor estaba afilando su espada en el cielo para destruirlos." (167-171)
Acerca de los niños que juegan en Sábado, ella tenía este consejo:
"Padres, sobre todas las cosas, vigilad a vuestros niños en Sábado. No permitáis que violen el día santo de Dios jugando en la casa o fuera de ella. Lo mismo podéis quebrantar el sábado vosotros mismos que dejando que los niños lo hagan, y cuando permitís que los niños vayan de aquí para allá, y que jueguen en Sábado, Dios os considera violadores del Sábado." (172)
[También escribió:]
"Por largo tiempo he pensado escribir a mis hermanas para decirles que, de acuerdo con lo que al Señor le ha placido mostrarme de tiempo en tiempo, hay una gran falta entre ellas... Sus palabras no son tan selectas ni tan bien escogidas como deberían ser las de mujeres que han recibido la gracia de Dios. Usan demasiada familiaridad con los hermanos. Permanecen mucho tiempo alrededor de ellos, se inclinan hacia ellos, y parecen preferir su compañía. Se sienten sumamente complacidas con las atenciones de ellos. De acuerdo con la luz que el Señor me ha dado, nuestras hermanas deberían actuar de manera muy diferente. Deberían ser más reservadas, manifestar menos atrevimiento, y estimular en sí mismas 'el pudor y la sobriedad.' Tanto los hermanos como las hermanas participan en conversaciones demasiado joviales cuando están en compañía los unos de las otras. Las mujeres que profesan piedad se complacen en demasiadas chanzas, chistes, y risas." (173, 174)

"No ha de buscarse complacencia en conversaciones triviales y sobre cosas comunes. Dios mira cada cosa secreta de la vida." (175)

"Se me ha mostrado que los verdaderos seguidores de Jesús descartarán los picnics, las donaciones, los espectáculos, y otras reuniones de placer." (176)

"Para muchas damitas, los jóvenes son el tema de conversación; para los jóvenes, el tema son las muchachas... Hablan de los temas en que sus mentes se ocupan mayormente. El ángel registrador está escribiendo las palabras de estos profesos muchachos y muchachas." (177)

"Las bromas, los chistes, y la conversación mundana pertenecen al mundo... La comunicación abierta entre Dios y su alma... no causará ligereza o la semblanza de una sonrisa, sino que solemnizará la mente." (178)

"Mi hermana, no tratéis a vuestras almas y a Dios como si no tuvieran importancia. Se me ha mostrado que la causa principal de vuestra reincidencia es vuestro amor por los vestidos... y os encontráis con apenas una chispa del amor de Dios en vuestros corazones... Se me ha mostrado que las reglas de nuestra iglesia son muy deficientes. Toda exhibición de orgullo en el vestir, que está prohibido en la Palabra de Dios, debería ser suficiente razón para aplicar la disciplina en la iglesia." (179)

"A menos que hagamos esto, nuestras iglesias se desmoralizarán." (180)

Quizás relacionada con la oposición de Ellen a la "conversación mundana" era su advertencia contra los libros de cuentos y la lectura de literatura de ficción:

"Querido hermano E: ... Me sorprendió mucho leer su recomendación de La Cabaña del Tío Tom, Robinson Crusoe, y LIBROS ASÍ. Ud. está en peligro de volverse un poco descuidado en lo que escribe... Repetidamente, he visto lo nefasto de leer tales libros." (181)
Ellen también se sentía constreñida a hablar contra las bicicletas, el tennis, y el cricket.
"Se me mostraron cosas entre nuestro pueblo que no estaban de acuerdo con su fe. Parecía haber una locura con las bicicletas. Se gastaba dinero para gratificar un entusiasmo en esta dirección que podría mejor, mucho mejor, haber sido invertido en la construcción de casas de adoración... Había un espíritu de disensión y contienda entre ellos en cuanto a cuál debería ser el mayor. El espíritu era similar al manifestado en los juegos de béisbol en los terrenos de la universidad. Dijo mi Guía: 'Estas cosas son una ofensa contra a Dios.' (182)
También escribió:

"Se me presentó una visión en la cual había estudiantes jugando tennis y cricket. Luego se me instruyó en relación con el carácter de estas diversiones. Se me presentaron como una especie de idolatría, como los ídolos de las naciones... Los ángeles de Dios... se sintieron avergonzados de que se diera una exhibición como ésta por los profesos hijos de Dios." (183)

Además de las terribles consecuencias que Ellen atribuía a la masturbación, ella amenazó a los que usaban peluca, con resultados igualmente espantosos:

"La moda recarga las cabezas de las mujeres con trenzas y almohadillas artificiales... que calientan y excitan los centros nerviosos de la médula espinal en el cerebro... La acción de la sangre sobre los órganos inferiores o animales del cerebro causa una actividad antinatural y una tendencia hacia la temeridad en la moral, y la mente y el corazón están en peligro de corromperse. Al excitarse y fortalecerse los órganos animales, la moral se debilita. Los poderes morales e intelectuales de la mente se convierten en siervos del animal... Muchos han perdido la razón y se han vuelto locos sin remedio después por seguir esta moda deformadora." (184)
Hiposexualidad

Se ha demostrado que la hiposexualidad es un síntoma frecuente en la epilepsia de lóbulo temporal. Walker y Blumer (185) afirman que una tal sexualidad alterada "es una... depresión de la experiencia sexual, no solamente un deterioro de la expresión genital. En el individuo que desarrolla la epilepsia antes de la pubertad, él o ella puede que nunca tenga experiencias psicosexuales." Blumer ha señalado que tanto la hiposexualidad como la "viscosidad" son manifestaciones estables de la epilepsia de lóbulo temporal, y pueden manifestarse como dos años después del inicio de la epilepsia.

Esta hiposexualidad ha sido eliminada en los epilépticos de lóbulo temporal por medio de la extirpación quirúrgica del área afectada en el lóbulo temporal. La frigidez o reducido deseo sexual son síntomas de hiposexualidad. Shukla (186) y otros informaron que "la hiposexualidad parece estar singularmente asociada con la epilepsia de lóbulo temporal" (en comparación con la epilepsia generalizada), y que estos pacientes "no mostraban ninguna preocupación sobre ello." En el estudio de Shukla, veintiocho de cuarenta y cuatro pacientes eran hiposexuales. El sesenta y cuatro por ciento de las pacientes eran hiposexuales y "participaron en relaciones sexuales sólo después de repetidas solicitudes por parte de sus esposos." Shukla también informa que, de los pacientes de Gastaut y Colomb, dos tercios eran hiposexuales.

Al estudiar a Ellen G. White en relación con el rasgo de hiposexualidad, debemos recordar que su accidente original ocurrió cuando ella tenía nueve años de edad, probablemente antes de la pubertad. Se casó a la edad de dieciocho años, tuvo cuatro hijos, y enviudó cuando tenía cincuenta y tres años de edad. Ellen no volvió a casarse y murió a la edad de ochenta y siete años.

Ellen escribió considerablemente acerca de las relaciones entre los sexos y sobre la sexualidad. Su consejo acerca de los muy jóvenes sugiere el peligro de permitir la asociación entre los niños pequeños de sexos opuestos. Este consejo parece estar motivado por su temor de que estos niños pequeños se excitaran sexualmente y cayeran presas de la devastadora práctica de la masturbación.

"Esta es una época veloz. Los niñitos y las niñitas comienzan a fijarse el uno en el otro cuando ambos deberían estar en una guardería, recibiendo lecciones de modestia y buen comportamiento. ¿Cuál es el efecto de esta mezcla tan común? ¿Aumenta ella la castidad en los jóvenes que así se reúnen juntos? ¡Realmente no! Aumenta las primeras pasiones libidinosas; después de estas reuniones, los jóvenes son enloquecidos por el diablo y se entregan a sus viles prácticas." (187)
A un adulto, Ellen le dio el siguiente consejo:
"Ud. ha caído en el triste error, tan prevaleciente en esta época degenerada, especialmente en relación con la mujer. Ud. está demasiado aficionado al otro sexo... Ud. parece saber considerablemente acerca de matrimonios anticipados, y escribe y habla acerca de estas cosas. Esto sólo causa escasez en su alma... Ud. se ha hecho una gran injusticia a sí mismo al permitir que su mente y su conversación se espacien en el amor y el matrimonio." (188)

"Muchos padres no obtienen el conocimiento que deberían en la vida de casados... Se han unido en matrimonio al objeto de su elección, y por lo tanto razonan que el matrimonio ha santificado el extasiarse en las pasiones más bajas. Aun los hombres y las mujeres que profesan piedad dan rienda suelta a sus pasiones lujuriosas, y no les pasa por la mente que Dios los hace responsables de cómo gastan la energía vital, que debilita su asidero de la vida y enerva el sistema entero." (189)

Ellen continuó su consejo:
"Que la esposa cristiana se abstenga, tanto de palabra como en acción, de excitar las pasiones animales de su esposo. Muchos no tienen en absoluto fuerzas que malgastar en esta dirección. Desde su juventud, han debilitado el cerebro y minado la constitución mediante la gratificación de las pasiones animales." (190)
La terrible descripción de Ellen de los resultados de la masturbación fue quizás inspirada por su propia hiposexualidad y la literatura contemporánea sobre el tema.
"Las hembras poseen menos fuerza vital que el otro sexo... (Véase Nota:) El resultado del auto-abuso en ellos se ve en varias enfermedades, tales como... pérdida de la memoria y la vista, gran debilidad en la espalda y los lomos, afecciones de la espina dorsal, la cabeza a menudo se deteriora internamente. El tumor canceroso, que estaría latente en el sistema durante toda la vida, se inflama, y comienza su obra carcomedora y destructiva. La mente a menudo se arruina por completo, y la locura tiene lugar." (191)
Elln dice que su accidente temprano en la vida le impidió conocer estos vicios secretos. (192)
(Nota: Para el no iniciado, la idea básica de la teoría de la fuerza vital es que un individuo comienza la vida con una cierta cantidad de "fuerza vital," y gasta esa fuerza lentamente o rápidamente - mientras más rápidamente la gasta, más pronto se le acaba - y después viene la muerte.)

En otra parte, Ellen añade a esto: "El vicio solitario está matando a miles y a decenas de miles." (193)

Ellen también se sentía en libertad de aconsejar a misioneros no tener niños mientras estuvieran en el campo de las misiones.

"Se me mostró que el Hermano y la Hermana V------ se habían apartado del consejo de Dios al traer niños al mundo. Dios requería todo lo que había en ellos en Su obra para el Maestro, pero vino el enemigo, y su consejo fue seguido... Cuando me enteré de que su familia pronto habría de aumentar, supe que Uds. no habían estado haciendo la voluntad de Dios, sino que estaban siguiendo su propia inclinación a agradarse a Uds. mismos... Ha llegado el momento en que, en un sentido, los que tienen esposas sean como si no las tuvieran... Estoy completamente disgustada con el curso que han seguido nuestros predicadores y obreros. Parecen pensar que una de las importantes ramas de la obra es primero traer al mundo tantos niños como sea posible." (194)
Ellen White era claramente una mujer muy religiosa. Lo que no se reconoce tan a menudo es la fragilidad de su experiencia religiosa y sus períodos de depresión, duda, y desaliento -- cada uno de los cuales fue seguido, tarde o temprano, por una renovación de fe y valor. Ellen compartía abiertamente con otros estos episodios que aparecieron periódicamente durante la mayor parte de su vida. En 1970, Hurst y Beard llamaron la atención a la frecuencia de las crisis religiosas y las conversiones en los epilépticos de lóbulo temporal. (195-204)

Pseudoataques

Las condiciones clasificadas como pseudoepilepsia y pseudoataques pueden confundirse con ataques complejos parciales. Estos incluyen histeria, reacciones de conversión, narcolepsia, síncopes, hiperventilación, y otros. Si el individuo está consciente durante estas experiencias, no es epilepsia. Las reacciones psicogénicas, como se ven durante una intensa excitación religiosa, favorecen el desarrollo de la histeria. En las reuniones de reavivamiento que eran populares durante los primeros años de las experiencias visionarias de Ellen, a menudo ocurría que hombres y mujeres caían de sus asientos, clamaban pidiendo misericordia, se retorcían en agonía, y se desmayaban. Los ataques histéricos ocurren solamente cuando hay un auditorio que los presencie. Investigaciones recientes indican que por lo menos algunos individuos que afirman que están sujetos a experiencias extrasensoriales o paranormales pueden en realidad estar sufriendo de una disfunción de lóbulo temporal que es aparentemente hereditaria. Los pacientes con ataques epilépticos de lóbulo temporal pueden también tener ataques de histeria. (205)

Se ha sugerido que, si las visiones de Ellen se atribuyen a una disfunción de sus lóbulos temporales, esta explicación no tiene en cuenta los factores emocionales, culturales, y psíquicos que podrían haber sido responsables de sus trances, como ha ocurrido en otros individuos en el pasado. Tales cuestiones pasan por alto el hecho de que el epiléptico de lóbulo temporal participa en la experiencia visionaria impuesta sobre él con todo su ser físico, intelectual, emocional, religioso, y cultural - en el cual todas las influencias pasadas y presentes jugan un papel. La experiencia visionaria no es algo fuera de la persona real; es producida por y en la persona total - incluyendo los efectos de cualquier disfunción orgánica que pueda estar presente.

Resumen y Conclusión

Las experiencias visionarias de Ellen G. White y sus características conductuales han sido examinadas desde la perspectiva del conocimiento clínico contemporáneo. De este examen general pueden derivarse las siguientes conclusiones:

1. Ellen era una muchacha normal y saludable, tanto física como emocionalmente, hasta que, a la edad de nueve años, fue golpeada por una piedra en el área nasal del rostro. Estuvo inconsciente por tres semanas, lo que indicaba una severa lesión cerebral; fue incapaz de recordar nada acerca del accidente o su secuela. El tipo y la ubicación de la herida en la cabeza, y el resultante período de inconsciencia y amnesia, hizo probable que ultimadamente desarollara ataques epilépticos.

2. Sus sueños y visiones comenzaron cuando tenía quince años, como seis años después del accidente, y continuaron durante toda su vida. Cuando las experiencias de visiones de Ellen se comparan con los ataques de la epilepsia de lóbulo temporal, se encuentra que son típicos de los ataques complejos parciales.

3. Después de esto, sus rasgos conductuales se compararon con los de epilépticos de lóbulo temporal y se encontró que eran similares. También se discutió el auto-confesado impulso compulsivo de Ellen de escribir, culminando en una producción total que pocos han igualado. El hábito de Ellen de tomar prestado material libremente de otros autores sin darles el merecido crédito es también quizás parcialmente explicable por este impulso intenso de escribir (hipergrafía) y por su propia y limitada educación formal, que terminó con el tercer grado. El tomar material prestado le permitió incluir en sus libros lo que ella misma era incapaz de producir. Sin embargo, decir que ella no sabía que las fuentes literarias debían ser reconocidas parece difícil de sustentar, puesto que algunos de los autores de los cuales ella tomó material prestado aun desde sus primeros escritos fueron muy meticulosos al indicar sus fuentes con cada cita. Esto se veía claramente en las obras de J. N. Andrews, del cual ella tomó material prestado temprano en su vida.

4. Ellen tenía otro rasgo epiléptico que es muy visible aún hoy en sus escritos, y estaba también presente en su habla - a saber, la tendencia a permanecer como adherida a una palabra, una frase, o un pensamiento, y repetirlas en sucesión - una viscosidad. Esto es más notable donde se repiten palabras sueltas, como la oración atribuída a Cristo: "mi sangre, padre, mi sangre, mi sangre" o cuando al ángel se le hace decir: "nunca, nunca, nunca"; o donde ella dice "escribir, escribir, escribir, escribir." O "¡Oscuro!, ¡Oscuro!, ¡Todo oscuro!, ¡Tan oscuro!" O "Todo, todo, todo es de Dios." Este reiteración aparece en casi todos los escritos de Ellen de una manera u otra, como ocurre en los escritos de otros epilépticos de lóbulo temporal. Como hemos mostrado, la edición de los escritos posteriores de Ellen hizo desaparecer muchas de estas repeticiones, pero no todas. De lo más notable era su uso de las palabras "Yo vi," donde a veces cada oración comenzaba con esta introducción repetitiva.

5.  Sus escritos y su habla tenían otras características en común con esta forma de epilepsia, tales como la falta de sentido del humor, la sobriedad, la sospecha acerca de los motivos de otros, la pesadez, la hipermoralidad, y la hipereticidad. Sus escritos incluyen largos relatos de las faltas y fracasos de otros, y sobreinterpretaciones de las acciones y las palabras de otros miembros de iglesia, acompañadas de condenación. Con esto iba también un sentido de la gran importancia de su propia obra y mensajes y de las terribles consecuencias de ignorar sus consejos. Sus demandas hiperéticas incluían requisitos tales como que los niños no jugaran en sábado, el uso de ciertos tipos de indumentaria, y prohibiciones contra el tennis, el béisbol, el cricket, y las bicicletas. Tales características del pensamiento y el juicio de Ellen, probablemente atribuíbles a las consecuencias de su herida en la cabeza, han sido incomprensibles y causado alejamiento en los miembros de su iglesia. Una reciente expresión de esta preocupación repite lo que muchos han dicho antes:

"¿... cuánto del cinismo y la pérdida de fe que vemos en la iglesia hoy día podría haberse evitado si, a través de la historia de la denominación, hubiera habido un poco más de confianza en la capacidad de los miembros para manejar la verdad acerca de la naturaleza de la inspiración y la obra de Ellen White?

"Revelar más de la verdad más temprano sin duda habría causado algún dolor, pero ¿no habría sido eso preferible al trastorno que significa forzar la revelación de la verdad en una atmósfera de disentimiento mordaz? Y, en lugar de eso,  ¿no podrían muchos que hoy están desilusionados tener una fe fuerte en el don de Ellen White y receptividad para sus mensajes, si hubiese habido una mayor apertura? Por supuesto, el punto no es retorcerse las manos acerca del pasado. Ni lo es lanzar desprecio sobre concienzudos dirigentes eclesiásticos que hicieron lo que pensaron que era lo mejor. La pregunta es: ¿Verá una lección en todo esto la iglesia de hoy día?" (206)

En 1977, Paul B. Ricchiuti escribió lo siguiente:
"Pero, al transcurrir el siglo que comenzó en 1800, una extraña clase de irrealidad la rodeó, levantándola y colocándola fuera del alcance de los otros creyentes. El nombre de 'Ellen White' se convirtió en un misterio, porque la gente no podía identificarse con ella como persona viviente. Para ellos, Ellen White se había convertido en una institución, y rápidamente se estaba convirtiendo en una leyenda. Dándose cuenta de esto ella misma, no pudo detenerlo, por mucho que lo intentara. Así, gente bien intencionada pero confundida corrió un oscuro velo en frente de la verdadera Ellen White. Y cuando lo hacían a un lado de tiempo en tiempo, "la Hermana White" aparecía sentada como la estatua de un santo, libro en mano, fuego condenatorio de Dios en sus ojos.

"Hoy la leyenda puede describirse en cuatro palabras. Y esas cuatro palabras se han convertido en "el látigo" [woodshed rod] en manos de innumerables padres y maestros en la Iglesia Adventista.

"Así, la frase 'la hermana White dice' ha encendido innumerables hogueras de resentimiento en los corazones de Adventistas, especialmente entre los jóvenes. Este desastre es en realidad una herramienta muy efectiva, inventada por Satanás mismo, para destruir la iglesia desde adentro.

"La obra y las palabras de Ellen White, sus escritos, y sus acciones han sido todos usados como látigos y garrotes sobre las cabezas de viejos y jóvenes por igual." (207)

Ha habido discusiones y crisis periódicas acerca de la importancia, la posición, y la autoridad de Ellen en la iglesia; y esto ha continuado hasta el presente. En todos sus escritos, Ellen probablemente trató de presentar lo que ella creía que era verdadero y exaltador, pero todavía estaba escribiendo como epiléptica de lóbulo temporal con una muy limitada educación y como una niña de su tiempo.

Hubo cosas que Ellen escribió que reflejan esto claramente, tales como sus afirmaciones de que el comer puerco causa lepra, que los terremotos son causados por carbón y petróleo subterráneos que arden, que el llevar pelucas causa locura, o que la amalgama de hombres y bestias puede verse en ciertas razas de hombres. (208)

Cuando miramos la vida y la obra de Ellen White, el problema no ocurre tanto con lo que ella dijo o escribió, sino con la autoridad que ella reclamaba e implicaba, así como la autoridad que otros le atribuyen. Ellen creía que Dios le había dado una obra especial que llevar a cabo en la tierra, una obra que Él no le había dado a nadie más; ella era una mensajera especial. Sin duda, esto fue la base de su creencia en su autoridad especial. Si Ellen sufrió de epilepsia de lóbulo temporal, con sus ataques y conducta alterada, esto no significa que todo lo que dijo o escribió es por lo tanto sin valor. Esto no implica, sin embargo, que lo que ella dijo no es verdad porque ella lo dijo, sino que podría ser cierto, basado en otra evidencia diferente de sus simples afirmaciones. También implica que algo de lo Ellen escribió podría ser incorrecto. Luego, tal integridad intelectual requeriría que los escritos de Ellen fueran críticamente juzgados por la evidencia disponible.

Mucho de lo que Ellen o sus secretarias escribieron o tomaron prestado era hermoso y espiritualmente elevador, no importa quién lo escribiera. Es también claro que algo de lo que salió de la pluma de Ellen era cuestionable o erróneo, como podría ocurrir con cualquier autor. Concederle a Ellen la autoridad intrínsica que fue rechazada por los primeros dirigentes de su iglesia no se justifica y es peligroso para el estudio y la progresiva comprensión, por parte de los Adventistas del Séptimo Día, de la doctrina cristiana y el conocimiento en general.

La Conferencia Bíblica de 1919 parecía prometer una actitud más realista y honesta hacia Ellen G. White y su obra. (209) Si a esta franqueza y a este estudio se le hubiera permitido continuar, probablemente la principal crítica por parte de otras iglesias cristianas de que la Iglesia Adventista del Séptimo Día hizo una especial adición a las Escrituras - a saber, los escritos de Ellen G. White - se habría evitado.

Entonces, ¿quién era Ellen White? Ciertamente fue una mujer notable y una devota cristiana. Se dice que Dudley Canright, uno de sus críticos más severos, dijo durante el funeral que ella era "una mujer de lo más piadosa."

Aunque los trances de Ellen probablemente no eran la clase de visiones que ella creía que eran, ella claramente era una persona de visión. Ella concibió instituciones médicas, escuelas, y editoriales en varios lugares alrededor del mundo; propuso cambios de largo alcance en la organización denominacional; y demostró a veces una gran visión de la misión de su iglesia. Ella abogaba por el cuidado de la salud y la educación avanzada para su pueblo. Y, sin embargo, sería difícil comprender correctamente a Ellen y lo que ella escribió, a menos que uno reconociera la presencia de la epilepsia de lóbulo temporal de la cual ella aparentemente sufrió durante toda su vida adulta, y que tan marcadamente influyó en su pensamiento, sus escritos, y su conducta.
 

¿Una Autopsia de Ellen White?
El siguiente intercambio tuvo lugar durante una conferencia videograbada con los nietos de Ellen White, los medios hermanos Arthur White y Grace Jacques, efectuada por James Nix, secretario asistente del Legado White y director de la sucursal del Legado White en la Sala de la Herencia en la Universidad de Loma Linda:

NIX: ¿Sabe Ud. por qué no fue Ellen White enterrada inmediatamente entonces [en 1915]?

WHITE: Este es un asunto del cual sé muy poco. No fue sino hasta hace algunos años que me enteré de que la tierra no había sido echada inmediatamente sobre su féretro. Ella fue preservada por algún tiempo, y Edson habló de verla en el ataúd más tarde. Por qué, no lo sé. Algo se habló de los temores del Dr. Kellogg de hacer exhumar el cadáver para hacer examinar el cerebro. Se habló un poco de eso.

JACQUES: Yo recuerdo eso. 

WHITE: Y podría ser; y, si había alguna razón, yo supondría que era esa. He oído decir, pero no tengo nada - la clase de evidencia que me gusta tener - Jim, para respaldarla. Y en ausencia de evidencia, no me gusta hablar mucho acerca de ello. Pero hay correspondencia que indica que el entierro final tuvo lugar más tarde que el funeral mismo. 


PIES DE PÁGINA

1. James White and Ellen G. White. Life Sketches, Ancestry, Early Life, Christian Experience, and Extensive Labor of Elder James White and His Wife, Mrs. Ellen G. White (Battle Creek, Michigan; Steam Press of the Seventh-day Adventist Publishing Association, 1888). 122-130 (hereafter cited as Life Sketches).

2. Ibid. 131. See also Ellen G. White, Spiritual Gifts (1860, reprint, Battle Creek, Michigan: Review and Herald Publishing Association, n.d.), 2:7-9.

3.  White y White. Life Sketches. 132.

4.  M. Girgis. Neural Substrates of Limbic Epilepsy (St. Louis: Warren H. Green. 1981), 102; H. Landolt, Die Temporal lappen epilepsie und ihrepsychopathologie (Basel: Karger. 1960), 12, 15; B. D. De Jong et al., "Craniofacial Injuries," in Hanbbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company. 1975). 23:360-385.

5.  P. Black et al. "Posttraumatic Syndrome in Children." in The Late Effects of Head Injury, ed. A. E. Walker. W. F. Caveness and M. Critchley (Springfield, Illinois; Thomas, 1969); P. Black y A. van der Zwan. "Late Results from Prolonged Traumatic Unconsciousness," in The Late Effects of Head Injury. 138-142. See also J. S. Torg. Athletic Injuries to the Head, Neck and Face (Philadelphia: Lea and Febiger, 1982). 96-104; J. Hume Adams, "Neuropathology of Head Injuries," in Handbook of Clinical Neurology. ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1975). 23:36-51, A. W. Craft, "Mechanisms of Injury," in Handbook of Clinical Neurology. 23:448; W. F. Caveness et al., "Natural History of Posttraumatic Epilepsy," in Advances in Epileptology, ed. J. A. Wada y J. K. Penry (New York: Raven Press, 1980), 177-182; W. R. Russell, The Traumatic Amnesias (London: Oxford University Press, 1971).

6.  Cyril B. Courville, "The Structural Basis for the Common Traumatic Cerebral Syndromes," Bulletin of the Los Angeles Neurological Society 9 (1944): 17-27.

7.  Cyril B. Courville, Commotio Cerebri (Los Angeles: San Lucas Press, 1953), 91-95. See also Seventh-day Adventist Ecyclopedia, ed. D. F. Neufeld et al. (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1966), 1406.

8.  Cyril B. Courville, Pathology of the Central Nervous System, 3rd d. (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1950). 110-112, 270-273.

9.  Cyril B. Courville, "Traumatic Lesions of the Temporal Lobe as the Essential Cause of Psychomotor Epilepsy," in Temporal Epilepsy, ed. Maitland, Baldwin et al. (Springfield, Illinois: Thomas, 1962), 221-239.

10.  Cyril B. Courville, "Traumatic Intracerebral Hemorrhages, "Bulletin of the Los Angeles Neurological Society" 27 (1962): 22-38.

11.  A. Bricolo, -Prolonged Post-traumatic Coma," en Handbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken y G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1976), 24:

12.  De Jong, "Craniofacial Injuries," en Handbook of Clinical Neurology, 23:360-385.

13.  B. Jennett, Epilepsy after Non-Missile Head Injuries (London: Heinemann, 1975), 5-6; idem, in J. Laidlaw y A. Richens, A Textbook of Epilepsy (Edinburgh and New York: Churchill, 1976), 33.

14.  W. F. Caveness, "Sequelae of Cranial Injury in the Armed Forces," in Handbook of Clinical Neurology. ed. P.J. Vinken y G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1976), 24:460; J.A.M. Frederiks, "Sequelae of Cranial Injury in the Armed Forces," in Handbook of Clinical Neurology 24:487-499.

15.  Ellen G. White, "Testimonies for the Church" (1868); reprint, Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1948), I:13; White and White, Life Sketches, 136; C. Ounsted, "Social and Schooling" in Biological Factors in Temporal Lobe Epilepsy, ed. C. Ounsted, J. Lindsay, and R. Norman (London: Heinemann, 1966), 109-123; A. van der Zwan, "Late Results from Prolonged Traumatic Unconsciousness," in The Late Effects of Head Injury, ed. A.E. Walker, W. F. Caveness, and M. Critchley (Springfield, Illinois: Thomas, 1969), 138-142.

16.  F.A. Gibbs, "Ictal and Non-ictal Psychiatric Disorders in Temporal Lobe Epilepsy," Journal of Nervous and Mental Disease 113 (1951): 523-527.

17.  B. Jennett, Epilepsy after Blunt Head Injuries (Springfield, Illinois: Thomas, 1962), 84; idem, Post-traumatic Epilepsy, in Handbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Comopany, 1976), 24:445-453; idem, in A Textbook of Epilepsy, 2nd ed., ed. J. Laidlaw and A. Richens (Edinburgh and New York: Churchill, 1982), 152.

18.  Hughlings Jackson, "On a Particular Variety of Epilepsy," Brain II (1888): 179-207.

19.  E. G. White, Testimonies for the Church, 13.

20. White and White. Life Sketches, 136.

21.  van der Zwan, "Late Results from Prolonged Traumatic Unconsciousness," in The Late Effects of Head Injury (138-142); Ounsted, "Social and Schooling," in Biological Factors in Temporal Lobe Epilepsy, 109-123.

22.  James White, "Life Incidents, in Connection with the Great Advent Movement" 272-273, in F. D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1951). 53.

23.  White and White, Life Sketches, 153. Véase también E. G. White, Spiritual Gifts 2:15-16.

24.  E. G. White, Testimonies for the Church 1:25-27.

25.  Ibid., 28-29; idem, Spiritual Gifts 2:16-18.

26.  E. G. White, Testimonies for the Church, 1:25-27; idem. Spiritual Gifts 2:19.

27.  Ellen G. White, Early Writings, (I 85 1; reprint, Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1945), 12, 78-8 1; D. D. Daly, "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizures, - in Advances in Neurology ed. J. K. Penry and D. D. Daly (New York: Raven Press, 1975), 11:57-80.

28.  E. G. White, Early Writings, 79-80.

29.  Ibid., 12.

30.  "Letter from Sister Harmon," The Day Star, 24 Jan. 1846, pp. 31-32; James White, A Word to the Little Flock (pamphlet), 1847; Ellen Harmon, To the Remnant Scattered Abroad (broadside), April 6, 1846; Ellen G. White, Selected Messages from the Writings of Ellen G. White (Washington, D. C. : Review and Herald Publishing Association, 1958), 2:63.

31.  Ellen G. White, Life Sketches of Ellen G. White (1848; reprint, Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1915, 69-7 1.

32. D. F. Neufeld, Seventh-day Adventist Encyclopedia 1380-138 1.

33. Comprehensive Index to the Writings of Ellen G. White (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1963), 3:2978-2984; Arthur L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1969), 29.

34.  J. White and E. G. White, Life Sketches, 157-158.

35.  E. G. White, Life Sketches of Ellen G. White, 38.

36.  J. White and E. G. White, Life Sketches, 139-140; E. G. White, Spiritual Gifts (Battle Creek, Michigan: James White, 1858), 2:28-29.

37.  James White, A Word to the Little Flock (May 1847; facsimile reproduction, Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1958), 13.

38.  E. G. White, Selected Messages 2:72-100.

39. Louis Billington, "Popular Religion and Social Reforms, Revivalism and Teetotalism, 1830-1850, "Journal of Religious History" 10 (I 1979): 266-293.

40.  A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 7.

41.  Review and Herald, 16 Oct. 1855.

42.  G. I. Butler, Review and Herald, 14 Aug. 1883, 60:12.

43.  P.U.C.-Campus Chronicle, 27 May 1982.

44.  E. G. White, Selected Messages I:32.

45.  E. G. White, Testimonies for the Church 4 (1876); 230 (reprint Oakland, California: Pacific Press Publishing Association, 1948).

46.  Ibid. 5:66-67: idem, Selected Messages 1:29.

47.  Review and Herald, 20 Jan. 1903; Ellen G. White, Colporteur Ministry (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1953). 125.

48.  E. G. White, Testimonies form the Church, 4:147-148.

49.  J. White, A Word to the Little Flock, 22.

50.  E. G. White, Early Writings of Mrs. White (1882; reprint, Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1925). 22.

51.  E. G. White, Testimonies for the Church 5:3 1 0.

52.  Isaac Wellcome, History of the Second Advent Message (Yarmouth, Maine: Advent Christian Publication Society, 1874); Jacob Brinkerhoff, The Seventh-day Adventists and Mrs. White´s Visions (Marion, Iowa: Advent and Sabbath Advocate, 1884), 4-6.

53.  Dudley M. Canright, "Mrs. E. G. White and Her Revelations, "Michigan Christian Advocate. 8 Oct. 1887; idem, "Mrs. E. G. White and Her Revelations; Wellcome, History of the Second Advent Message; Brinkerhoff. The Seventh-day Adventists and Mrs. White´s Visions, 4-6.

54.  D. M. Canright, Life of Mrs. E. G. White (Cincinnati, 1919), 170-188.

55.  William S. Sadler, The Physiology of Faith and Fear (Chicago: A. C. McClurgand Company, 1912), 461-462. See also idem, The Mind at Mischief (New York and London: Funk and Wagnalls, 1929). 382.

56.  Ellen G. White, Letter 120 (1906), in Arthur L. White, the Later Elmshaven Years (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1982), 90-95; Arthur L.White. The Early Elmshaven Years (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1981), 349.

57.  Gregory Holmes and Delbert Hodder, "Ellen G. White and the Seventh-day Adventist Church; Visions or Partial Complex Seizures?" Journal of Neurology 31, no. 4 pt. 2 (1981): 160-161.

58.  O. J. Andy et al., "Frontal Lobe Lessions and Behavior," Southern Medical Journal 74 (1981): 968-972.

59.  Courville, "Traumatic Lesions of the Temporal Lobe," in Temporal Lobe Epilepsy, 220-239.

60.  L.S. Gomes, "A Etiopatogenia Da Epilepsia Do Lobo Temporal," Neurobiologia 41 (1978): 273-288.

61.  E.G. White, Early Writings, 22-24; D. L. Schomer, "Partial Epilepsy." New England Journal of Medicine 309 (1983):536-539.

62.  A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 6-7; W. G. Lennox, Epilepsy and Related Disorders (Boston: Little, Brown and Co. 1960); G. I. Butler, Review and Herald 9 June 1874.

63.  D. L. Coulter, "Partial Seizures with Apnea and Bradycardia," Archives of Neurology 41 (1984):173-174; D. D. Daly, "Complex Partial Seizures," in A Textbook of Epilepsy, 2nd ed., ed. J. Laidlaw and A. Richens (Edinburgh and New York: Churchill, 1982), 136.

64.  Jackson, "On a Particular Variety of Epilepsy," Brain 11 179-207.

65.  A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 6-7; W. G. Lennox, Epilepsy and Related Disorders (Boston: Little, Brown and Co. 1960); G. I. Butler, Review and Herald, 9 June 1874.

66.  J. N. Loughborough, Rise and Progress of the Seventh-day Adventists (Battle Creek, Michigan: General Conference Association of Seventh-day Adventists, 1892).

67.  Ibid., 167.

68.  E. G. White, Early Writings, 39-40.

69.  J. White, Life Incidents, 272, quoted in A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 6.

70.  A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 6-8. 59.

71.  D. D. Daly, "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizures," in Advances in Neurology (New York: Raven Press, 1975), 11:57.

72.  E. G. White, Sketches of Ellen G. White, 310; an authentic interview between Elder G. W. Amadon, Elder A.C. Bordeau, and dr. Harvey Kellogg in Battle Creek, Michigan, on 7 October 1907; A. L. White, The Early Elmshaven Years, 23-24; Ellen G. White, Steps to Christ (1892); reprint Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1940), 121.

73.  E. G. White, Life Sketches of Ellen G. White, 310; interview between Elders G. W. Amadon and A. C. Bordeau and Dr. Harvey Kellogg; A. L. White, The Early Elmshaven Years. 23-24; E. G. White, Steps to Christ 12 1.

74.  Manuscript 43a (I 90 1); in A. L. White, The Early Elmshaven Years, 53-54.

75.  E. G. White, Testimonies for the Church 9:66.

76.  Denis Williams, "Temporal Lobe Epilepsy" British Medical Journal 501 (1966): 1439-1442.

77.  H. Gastaut and R. Broughton, Epileptic Seizures (Springfield, Illinois: Thomas, 1972), 132.

78.  Pl Gloor et al, "The Role of the Limbic System in Experiencial Phenomena of Temporal Lobe Epilepsy," Annals of Neurology 12 (1982):129-144.

79.  W. G. Lennox, Epilepsy and Related Disorders 1:236.

80.  A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 8.

81.  E. G. White, Spiritual Gifts 2:77-79; idem, Life Sketches I 1 2 (one and one-half hour vision; based on an original publication in 1860).

82.  W. A. Hauser, "Status Epilepticus: Frecuency, Etiology, and Neurological Sequelae," Advances in Neurology (New York, Raven Press, 1983), 34:3-14.

83.  Ibid., 11.

84.  J. Engel, Jr., "Prolonged Partial Complex Status Epilepticus: EEG and Behavioral Observations," Neurology 28 (1978):863-869.

85.  H. Gastaut, "Classification of Status Epilepticus, Advances in Neurology" 34 (1983):15-32; D. M. Treiman and A. V. Delgado-Escueta, "Complex Partial Status Epilepticus," Advances in Neurology 34 (1983): 69-81; A. V. Delgado-Escueta et al., "Status Epilepticus:Summary," Advances in Neurology 34 (1983);537-541; J. Roger et al., "Status Epilepticus," Handbook of Clinical Neurology ed. p. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1974), 15:145-184.

86.  Wilder Penfield, The Mystery of the Mind (Princeton:Princeton University Press, 1975; idem, "The Cerebral Cortex in Man. I. The Cerebral Cortex and Consciousness," Archives of Neurology and Psychiatry 40 (1938):417-442.

87.  Gibbs, "Ictal and Non-ictal Psychiatric Disorders," Journal of Nervous and Mental Disease 163 (1953):113:523-527.

88.  H. Gestaut and Roger Broughton, Epileptic Seizures (Springfield, Illinois: Thomas, 1972), 73-133; W. H. Theodore et al., "Complex Partial Seizures: Clinical Characteristics and Differential Diagnosis," Neurology 33 (1983):1115-1121).

89.  V. M. Neppe, "Symptomatology of Temporal Lobe Epilepsy," South African Medical Journal 60 (1981):902-907; F.E. Dreifuss, in Advances in Neurology, ed., J. K. Penry and D. D. Daly (New York: Raven Press, 1975), 11:197. S. B. Filskov and T. J. Boll, 'Handbook of Clinical Neuropsychology (New York: John Wiley, 1981), 58-64; E. G. White, Testimonies for the Church 2:596-597; Daly. "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizures," in Advances in Neurology, 1 1:65; Arthur L.White, Ellen G. White, The Human Interest Story (Washington. D.C.: Review and Herald Publishing Association), 52; E. G. White, Spiritual Gifts 2:78; Denis Williams, "Temporal Lobe Syndromes," in Handbook of Clinical Neurology, ed. P. J. Vinken and G. W. Bruyn (Amsterdam: North-Holland Publishing Company, 1969), 2:700-724; W. Penfield and P. Perot, "The Brain Record of Auditory and Visual Experience," Brain 86 (1963):595-694.

90. Daly, "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizures," in Advances in Neurology, 11:57-80. "Rarely scenes of extraordinary complexity may occur which despite their vividness apparently do not represent true memories." (p. 59).

91.  Neppe, "Symptomatology of Temporal Lobe Epilepsy," in South African Medical Journal 60 (1981):60:902-907.

92.  Ibid., Filskov and Boll, Handbook of Clinical Neuropsychology, 58-64. E. G. White, Testimonies for the Church 2:596-597; Daly, "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizures," in Advances in Neurology, 11:57, 65; A. L. White, Ellen G. White. The Human Interest Story 52; idem, Spiritual Gifts 2:78; Williams, "Temporal Lobe Syndromes," in Handbook of Clinical Neurology, 2:700-724; Penfield and Perot, "The Brain Record of Auditory and Visual Experience," Brain 86:595-694.

93.  Neppe, "Symptomatology of Temporal Lobe Epilepsy," South African Medical Journal 60 (1981):60:902-907.

94.  Ibid., Filskov and Boll, Handbook of Clinical Neuropsychology, 58-64; E. G. White, Testimonies for the Church 2:596-597; Daly, "Ictal Manifestations of Complex Partial Seizures," in Advances in Neurology 11:57,65; A. L. White, Ellen G. White, The Human Interest Story 52; idem, Spiritual Gifts 2:78; Williams, "Temporal Lobe Syndromes," 2:700-724, Penfield and Perot, "The Brain Record of Auditory and Visual Experience," Brain 6:595-694.

95.  Neppe, "Symptomatology of Temporal Lobe Epilepsy," South African Medical Journal 60 (1981): 60:902-907.

96.  F. E. Dreifuss, in Advances in Neurology ed. J. K. Penry and D. D. Daly (New York: Raven Press, 1975), 11:197.

97.  A. V. Escueta et al., "Complex Partial Seizures," Annals of Neurology II (1982): 292-300; Gastaut and Broughton, Epileptic Seizures, 133.

98.  Landolt, Die Temporallappenepilepsie und ihre Psychopatologie, 22-40; E. R. Rodin et al., "Psychological Factors in Convulsive Disorders of Focal Origin," Archives of Neurology, 74 (1956):365-374.

99.  S. G. Waxman and N. Geschwind, "The Interictal Behavior Syndrome of Temporal Lobe Epilepsy," Archives of General Psychiatry 32 (1975):1580-1586. See also Gibbs, "Ictal and Non-ictal Psychiatric Disorders in Temporal Lobe Epilepsy," 113:522-528.

100.  D. M. Bear and P. Fedio, "Quantitative Analysis of Interictal Behavior in Temporal Lobe Epilepsy," Archives of Neurology 3 (1977):454-457; idem, "Temporal Lobe Epilepsy, A Syndrome of Sensory Limbic Interconnection," Cortex 15 (1979):357-384. P. Fedio and A. Martin, "Ideative-emotive Behavioral Characteristics of Patients Following Left or Right Temporal Lobectomy." Epilepsia 24, suppl. 2, S I 17-S 1 30 (1983). See also E. Rodin et al., "The Bear-Fedio Personality Inventory and Temporal Lobe Epilepsy," Neurology 34 (1984):591-596.

101.  Laura Schenk and David Bear, "Multiple Personality and Related Disassociative Phenomena With Temporal Lobe Epilepsy," American Journal of Psychiatry 138 (1981):10.

102.  B. P. Hermann and P. Riel, "Interictal Personality and Behavioral Traits in Temporal Lobe and Generalized Epilepsy," Cortex 17 (1981):125-128.

103.  D. Blumer, "Specific Psychiatric Complications in Certain Forms of Epilepsy and Their Treatment," in H. Sands, Epilepsy (New York: Brunner/Mazel, 1982), 99-103.

104.  N. Geschwind, "Behavioral Changes in Temporal Lobe Epilepsy,-Psychological Medicine 9 (1979):217-219. See also idem, "Pathogenesis of Behavior Change in Temporal Lobe Epilepsy," in Epilepsy, ed. A. A. Ward, J. K. Penry, and D. D. Purpura (New York: Raven Press, 1983), 61:355-370; M. R. Trimble, "Phenomenology of Epileptic Psychosis: A Historical Introduction of Changing Concepts," in Advances in Biological Psychiatry (Basel: Karger, 1982), 8 1-11; idem, "Interictal Behavior and Temporal Lobe Epilepsy," in Recent Advances in Epilepsy (Edinburgh: Churchill Livingstone, 1983), 212-227; idem, "Interictal Psychoses of Epilepsy." Acia Psychiatrica Scandinavica, supplement 69 (suppl. 313, 1984):9-20; E. Rodin and S. Schmaltz, "The Bear-Fedio Personality Inventory and Temporal Lobe Epilepsy," Neurology 34 (1984):591-596.

105.  N. Geschwind, "Psychiatric Complications in the Epileptics. Current Research and Treatment. Introduction," McLean Hospital Journal special issue, June 1977:6.

106.  S. G. Waxman and N. Geschwind, "Hypergraphia in Tenporal Lobe Epilepsy," Neurology 24 1974):929.363; B. P. Hermann et al., "Hypergraphia in Epilepsy: Is There a Specificity to Temporal Lobe Epilepsy?" Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry 46 (1983):848-853.

107.  Waxman and Geschwind, "Hypergraphia in Temporal Lobe Epilepsy," 24:629-636; Hermann, "Hypergraphia in Epilepsy," 46:848-853.

108.  H. S. Sachdev and S. G. Waxman, "Frequency of Hypergraphia in Temporal Lobe Epilepsy: An Index of Interictal Behaviour Syndrome," Journal of Neurology, Neurosurgery, Psychiatry 44 (1981):358-360.

109.  N. Geschwind, Pathogenesis of Behavior Change in Temporal Lobe Epilepsy, in Epilepsy, vol. 6, 1 ed. A. A. Ward, Jr., J. K. Penry, and D. D. Purpura (New York: Raven Press, 1983).

110.  Hermann, "Hypergraphia in Epilepsy," 46:848-853.

111.  Seventh-day Adventist Encyclopedia, 1413-1418.

112.  Manuscript 33 (1892), in Arthur L. White, Ellen G. White The Australian Years (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Association, 1983), 18.

113.  Day Star, 1 March 1846.

114.  E. G. White, Testimonies for the Church I:576-577.

115.  Letter 53 (1900), in A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 14.

116.  Manuscript 22 (1890), in A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 14.

117.  Letter 36 (1878), in A. L. White, Ellen G. White, Messenger to the Remnant, 117.

118.  Letter 59 (1895), in A.L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 14.

119.  E. G. White, Testimonies for the Church 5:67.

120.  Letter 8 (1860), 16, 17, in Manuscript Releases (Washington, D. C.: E. G. White Estate, 1981), I:307.

121.  E. G. White, Testimonies for the Church 5:661, 4:147-148.

122.  E. G. White, Selected Messages 3:76; Manuscript 122 (1903).

123.  E. G. White, Testimonies for the Church 5:67-68.

124.  Letter 28 (1906), in A. L. White, The Later Elmshaven Years, 75.

125.  A. L. White, Ellen G. White, The Human Interest Story 37-45.

126.  Waxman and Geschwind, "Hypergraphia in Temporal Lobe Epilepsy," Neurology 24:629-636; Hermann, "Hypergraphia in Epilepsy," Journal of Neurology, Neurosurgery, and Psychiatry 46:848-853.

127.  Ronald D. Graybill, "The Power of Prophecy: Ellen G. White and the Women Religious Founders of the Nineteenth Century.- (Ph. D. diss., Johns Hopkins University, 1983), 206.

128.  Canright, "Mrs. E. G. White and Her Revelations"; Wellcome, History of the Second Advent Message; Brinkerhoff, The Seventh-day Adventists and Mrs. White´s Visions, 4-6.

129.  "Letter from Sister Harmon," The Day Star, 24 Jan. 1846, pp. 31-32.

130.  G. W. Fenton, "Personality and Behavioral Disorders in Adults with Epilepsy," in Epilepsy and Psychiatry, ed. E. H. Reynolds and M. R. Trimble (Edinburgh: Churchil Livingstone, 1981).

131.  Daly, "Ictal Clinical Manifestations of Complex Partial Seizure," in Advances in Neurology 4 11:61; R. D. Walter, "Clinical Aspects of Temporal Lobe Epilepsy," California Medicine 110 (1969):325-329.

132.  Present Truth (published by James White in Middletown, Connecticut) (Dec. 1849), 35.

133.  E. G. White, Spiritual Gifts, 1:148.

134.  Ellen G. White, A Sketch of the Experience and Views of Ellen G. White (Saratoga Springs, New York: James White, 1851), 3.

135.  W. C. White, "The Writing and Sending Out of the Testimonies to the Church," in Addresses to Faculty and Students at the Advanced Bible School, Angwin, California (part I (1935), 19.

136.  Ibid., 20.

137.  E. G. White, Early Writings, 62.

138.  Ibid., 38; idem, Present Truth I (1850):23.

139.  E. G. White, Present Truth I (1850):72.

140.  Record Book (Washington, D. C.: E. G. White Estate) 1:94.

141.  E. G. White, Spiritual Gifts 2:158.

142.  E. G. White, Testimonies for the Church 1:118.

143.  James White, Letter (Jan. 10, 1850), Record Book 1:51, 52, in A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 49; E. G. White, Spiritual Gifts 2:15.

144.  Letter - II (1884), in A. L. White, Ellen G. White Messenger to the Remnant, 109.

145.  "The Sutton Visions of Mrs. E. G. White," as copied by Hiram Edson. Advent Source Collection, General Conference of SDA, Washington, D. C., W 58 (1850):12-13.

146.  W. C. White, in The Spirit of Prophecy Treasure Chest (Washington, D. C.:Review and Herald Publishing Association, 1960), 33-34.

147.  E. G. White, Testimonies for the Church, 1:694.

148.  E. G. White, Early Writings, 2nd ed. (republished by Review and Herald Publishing Association in 1925), 64.

149.  E. G. White, Testimonies for the Church 1:694.

150.  E. G. White, Early Writings, 2nd ed., 64.

151.  G. B. Starr,"The Watchcare of Jesus Over the Writings Connected with the Testimony of Jesus, June 2, 1915," in The Fannie Bolton Story, A Collection of Source Documents (Washington, D. C.: Ellen G. White Estate, 1982), 110. See also A. L. White, the Australian Years 241; Ellen G. White, Letter 130 (1893), in Graybill, "The Power of Prophecy," 178.

152.  E. G. White, Testimonies for the Church 8:90.

153.  E. G. White, Life Sketches, 409; Review and Herald 5 July 1906.

154.  E. G. White, Life Sketches, 409; A. W. Spalding, Origin and History of the Seventh-day Adventists (Washington, D.C.: Review and Herald Publishing Association, 1962), 3:280.

155. A. L. White, The Early Elmshaven Years, 77, 349.

156.  Manuscript 13 (190 1), Letters and Manuscripts Relating to Medical Missionary Work and Going to Battle Creek (1928), 11. Diary (Jan. 1898).

157.  Manuscript 13 (190 1), Letters and Manuscripts 13.

158.  A. W. Spaulding and Percy T. Magan Collection, "Unpublished manuscript testimonies of Ellen G. White (1915-1916), 350.

159.  A. L. White, The Early Elmshaven Years, 77, 349.

160.  Horace Shaw, "A Rhetorical Analysis of the Speaking of Mrs. Ellen G. White A Pioneer Leader and Spokeswoman of the Seventh-day Adventist Church" (Ph. D. diss., Michigan State University, 1959), 615.

161. E. G. White, Testimonies for the Church 3:329-338.

162. Ibid., 2:261-268.

163. S. G. Waxman and N. Geschwind, "The Interictal Behavior Syndrome of Temporal Lobe Epilepsy," Archives of General Psychiatry 32 (1975): 1580-1586.

164.  A. E. Walker and D. Blumer, "Long Term Behavioral Effects of Temporal Lobectomy for Temporal Lobe Epilepsy," McLean Hospital Journal (June 1977).

165.  D. Blumer, "Temporal Lobe Epilepsy and Its Significance," in Benson and Blumer Psychiatric Aspects of Neurologic Disease (New York: Grune and Stratton, 1975), 162, 185-19 1. See also I. Sherwin, "Clinical and EEG Aspects of Temporal Lobe Epilepsy with Behavior Disorder, the Role of Cerebral Dominance," McLean Hospital Journal (June 1977).

166.  A. W. Beard, "The Schizophrenia-like Psychoses of Epilepsy. ii- Physical Aspects. The Journal of Psychiatry 109 (1963):113-129.

167.  E. G. White, Spiritual Gifts, 2:227-229.

168.  Ibid., 256.

169.  See also, Ronald L. Numbers, Prophetess of Health (New York: Harper and Row, 1976), 129-159.

170.  E. G. White, Testimonies for the Church 3:171.

171. Ibid., 4:628.

172.  E. G. White, Review and Herald 3 (17 Feb. 1853):155.

173.  E. G. White, Testimonies for the Church 2:455.

174.  E. G. White, Spiritual Gifts, 256; idem, Review and Herald 3:155 (17 Feb. 1853).

175.  E. G. White, The Adventist Home (1899; reprint, Nashville, Tennessee; Southern Publishing Association, 1952), 443.

176.  E. G. White, Testimonies for the Church 1:288.

177.  Ibid., 2:460.

178.  Ibid., 3:24 1.

179.  Ibid., 4:647.

180.  Ibid., 4:648.

181.  Ibid., 5:516.

182.  Ibid., 8:51-52.

183.  E. G. White, Counsels to Parents, Teachers, and Students (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1913), 350.

184.  E. G. White, "Words to Christian Mothers, No. 2," Health Reformer 6 (Oct. 1871):12 1.

185.  Walker and Blumer, "Long Term Behavioral Effects of Temporal Lobe Lobectomy," McLean Hospital Journal, June 1977). Seel also Blumer, "Temporal Lobe Epilepsy" in Psychiatric Aspects of Neurologic Disease, 162, 185-191; Sherwin, "Clinical and Aspects of Temporal Lobe Epilepsy," McLean Hospital Journal (June 1977).

186.  G. D. Shukla et al., "Sexual Disturbances in Temporal Lobe Epilepsy. A Controlled Study,- British Journal of Psychiatry 134 (1979):288-293.

187.  E. G. White, Testimonies for the Church 2:482.

188.  Ibid., 248.

189.  Ibid., 472.

190.  Ibid., 477.

191.  E. G. White, Appeal to Mothers (Battle Creek, Michigan, 1864), 27. See also Numbers, Prophetess of Health 1976.

192.  E. G. White, Testimonies for the Church 2:472.

193.  Ibid., 4:95-97.

194.  E. G. White, Document DF97c, in Sherman A. Nagel, God´s Love, The Remnant Church (Beaverton, Oregon: n.p. 1934), 61-62.  See also E. G. white, Gospel Workers (Washington,  D. C. Review and Herald Publishing Association, 1920), 459; idem, Adventist Home, 165-166.

195.  Beard, "Schizophrenic-like Psychoses" 109:95-150.

196.  E. G. White, Life Sketches, 135-142.

197.  Ibid., 153.

198.  Ibid., 16 1.

199.  Ibid., 194-195; idem, Testimonies for the Church 1:63-65; idem, Spiritual Gifts 2:36-37.

200.  E. G. White, Spiritual Gifts 2:5 1.

201.  E. G. White, Testimonies for the Church, 1:597.

202.  Ibid., 2:607-609.

203.  E. G. White, Manuscript 61 (1894), in Mind, Character, and Personality, 811-812.

204.  N. Geschwind, "Psychiatric Complications in the Epileptics," McLean Hospital Journal (June 1977):6-8.

205.  T. L. Riley and A. Roy, Pseudoseizures (Baltimore: Williams and Wilkins, 1982); William G. McLoughlin, Jr., Modern Revivalism (New York: Ronald Press Company, 1959); E. G. White, Early Writings, 43-44; M. Gross, Pseudoepilepsy (Lexington, Massachusetts: Health, 1983); R. J. Cohen and C. Suter, "Hysterical Seizures: Suggestion as a Provocative EEG Test,- Annals of Neurology 11 (1982):391-395; L.A. Hurst and V. M. Neppe, "A Familial Study of Subjective Paranormal Experience in Temporal Lobe Dysfunction Subjects," Parapsychological Journal of South Africa 2 (1981):56-64; S. Krippner, "Dreams and Other Altered Conscious Stages," Parapsychological Journal of South Africa 2 (1981):35-55; A.M. Moffett and D. F. Scott, "Hysterical Attacks in Patients with Epilepsy," in D. F. Rose, Research in Progress in Epilepsy (Bath: Pitman, 1983), 210-213.

206.  Collegiate Quarterly (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Association, July-September 1984), 102.

207.  Paul B. Ricchiuti, Ellen (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1977), 112-113, 135-139.

208.  E. G. White, Patriarchs and Prophets (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Association, 1890) 108-109; idem, Spiritual Gifts 3:79-83; idem, 4:124.

209.  M. Couperus, "The Bible Conference of 1919," Spectrum 10 no. 1 (1979); 23-57.

210.  Loughborough, Rise and Progress of Seventh-day Adventism 127.

FIN


Página inicial VOLVER